ESTAMPA CAUDETANA.
EL PODADOR
Desde hace unos meses, corretea por el corralón del convento
de San José (El Carmen) una fiera que, en su etapa cachorrera, la
emprende a dentellada limpia con todo lo que encuentra al alcance de sus finos
dientes.
Yo no sé nada de nada acerca de eso de acicalar
y poner guapos a los árboles y prepararlos para que den una buena floración y
una excelente cosecha de frutos. No sé si, a estas alturas del año, todavía es
tiempo de poda. Pero lo que sí puedo afirmar es que, ese chucho, está llevando
a cabo una labor de poda, en modo alguno, loable porque no poda, ¡arrasa!
Es de todos conocida la inclinación muy especial que tiene
el superior de los últimos tiempos de este convento de San José (El
Carmen) situado en la Real Villa de Caudete, por los animales de toda
especie y condición ya sean de pelo o de pluma. A su cuidado tiene un
montón de volátiles de color y cantarines y, últimamente, ha introducido en los
ámbitos conventuales a un cachorro de cánido. Lo llama Lío y, seguro, me parece
a mí, que ha dado perfectamente con el nombre para ese chucho, Lío. Y es que es
un lío el que tiene montado en el amplio corralón del convento pues no sólo se
dedica a “podar”, sino que hace las veces de minero porque cualquier lugar del
corralón es bueno para “hacer” patas y uñas y a fe que escarba a conciencia.
¡Está hecho todo un minero!
Mientras tuvimos gallinas correteaba detrás de ellas y no
faltaron los percances. El animal estaba entretenido con ellas. Pero cuando
“desaparecieron” del corralón las emplumadas, no se le ocurrió otra cosa qué
liarse a mordisquear las plantas que crecen en todo el ámbito del corralón. Una
vez le sorprendí dando buena cuenta del único rosal con que contamos en la
actualidad en dicho recinto.
Al inicio de esta letricas le ves en plena faena. También se
está llevado por delante a una palmera y al sorprenderle en plena faena con una
morera le aticé en el morro con la rama partida para enseñarle a que no vuelva
a las andadas y, al parecer, dio buen resultado porque con esa morera no se ha
vuelto a meter.
Yo no sé de dónde le viene al perro ese arte que pone en
podar los árboles del corralón. A lo mejor el causante no es otro que aquel que
le regaló el chucho al superior porque ese señor, Paco el Molinero, ejerce la
profesión de podador e injertador. ¡Vaya regalito que trajo al convento!
Yo no sé si esas ínfulas y ese empeño que pone el bichejo en
destrozar cualquier ser viviente, o no, porque se lo pasa a lo grande con
un recipiente de plástico azul al que lleva de un lado a otro mientras lanza
ladridos hasta la extenuación.
De sus ínfulas solo se libra un gato del que ya te he
hablado alguna que otra vez. Y la razón no es otra que las “caricias” que le
prodiga en el morro con sus afiladas uñas que le hacen retroceder ladrando
lastimosamente.
El perro es listo, muy listo, y ha aprendido a respetar a su
enemigo de siempre hasta tal punto que, cuando el dueño del perro les baja la
comida, el primero que come es el gato y la “fiera” se tumba a esperar a que el
felino sacie su hambre y se retire a lo alto de un algarrobo frondoso para
acercarse él a dar buena cuenta de la comida que no consumió su vecino de
corralón.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
18.6.2022. Sábado, Segundo día del triduo en honor del Stmo.
Sacramento. (C. 1.528)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
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