viernes, 17 de junio de 2022

En el Recuerdo.


ESTAMPA CAUDETANA.

EN EL RECUERDO.

(Fotografía de Don Antonio tomada de Caudete Digital)

Antes de ayer te daba noticia acerca de que habíamos retomado la costumbre, ya antigua, de celebrar la Eucaristía los terceros miércoles de cada mes en el cementerio de esta Real Villa de Caudete.

El camposanto de la villa es un lugar de paz, más de una vez lo he llamado en mis escritos la Ciudad del Silencio. Cuenta con unos oficiales que lo tienen limpio, impoluto, pues nada llama la atención en las calles dónde se levantan bloques y más bloques de nichos en los que reposan los restos de los que, cansados de escribir la historia de la Villa, permanecen, según nos enseña la doctrina cristiana, a la espera de la resurrección para un encuentro total, cuerpo y alma glorificados, con su Creador.

El pasado miércoles permanecí allí por espacio de 2 horas. Todo en el lugar era quietud, silencioso, nadie deambulaba por sus calles, solo un oficial con cepillo y recogedor en mano para retirar alguna hoja o flor secas caídas desde el alféizar de los nichos, se cruzó conmigo. El cementerio es lugar  abierto a la trascendencia, lugar situado en alto para poder lanzarse uno al gran estanque de la grandiosidad dónde se hunden aquellos que llamados con amor a la existencia pasaron ya por el amargo trago de padecer la tiranía de la contingencia, que, en modo alguno quiere decir, fin, desaparición, sino todo lo contrario, porque aquellos que a este punto llegan lo hacen subiéndose a la catapulta que los lanza al encuentro de la felicidad completa junto a su Creador donde ya no habrá ni dolor mi muerte, sino sólo vida.

Sin entrar en el cementerio ya se ve, elevándose muchos metros por encima de las tapias, un gran monumento funerario circular  donde reposan los restos de aquellos que, en este mundo, pertenecieron a la familia Pascual de Teresa. Sólo por ver ese monumento merece la pena "padecer" la empinada Avenida de la Ciudad del Silencio que es el camino que une, como cordón umbilical, las dos ciudades, la ajetreada, la que está en constante construcción y progreso, la de aquí abajo, con aquella otra  que reposa en la altura del teso envuelta en quietud, en silencio.

En la capilla de ese imponente mausoleo reposan, junto a los restos de sus familiares, los de don Antonio Pascual de Teresa. 

Pronto se cumplirán los 3 años de su muerte, hecho que aconteció el 17 de julio de 2019 en el momento en que la procesión con la Virgen Nuestra Madre del Carmen pasaba por delante de su casa, de su casa aquí en la tierra, y que fue el momento para emprender el viaje en compañía de Ella, de la Madre del Carmelo, hacia la casa definitiva, hacia la casa del Padre. Pero si hoy lo traigo a mis buenos días no es para conmemorar el tercero de los aniversarios desde el momento de su óbito, no, hoy lo traigo porque,  si hubiera seguido viviendo en este mundo, habría llegado a cumplir la friolera de 104 años.

En los últimos años de su vida, cuando sus hermanas fueron por él al hospital donde se recuperaba de un infarto, para traerle a casa y cuidarle con esmero, frecuentemente le veíamos pasear por la acera de su casa, a sombra para evitar el sol tórrido, con el breviario en las manos rezando a Dios la liturgia de las horas por medio de las cuales, él, sin duda alguna, elevaba en sus oraciones  al altísimo a sus paisanos y, ahora, allí en el cielo donde el sol no molesta porque  el sol es Dios y de él dimana la luz, seguirá implorando de Él bendiciones y asistencia divinas para esta Villa donde él vio su primera luz y cerró los ojos para despertar, envuelto en la luminiscencia adivina, en la casa del Padre.

Descanse en paz el bueno de don Antonio Pascual de Teresa del que, en el día de hoy, hacemos memoria.

Recibe mi saludo, mis

 

      ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!

17.6.2022. VIÉRNES. (C. 1.528)

P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.

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