ESTAMPA
CAUDETANA.
SEXTO DÍA DE LA NOVENA EN HONOR DE LA VIRGEN DEL MONTE
CARMELO.
En este día el P. Predicador, Ramón Maneu
Sanjosé, nos presentó a la Virgen María como una PEREGRINA. Nos
había leído el evangelio en el que aparecen los buenísimos de San José y la
Virgen María, su esposa en camino hacia Belén (Lc 2, 1-5)
Aquel viaje tuvo lugar porque a Augusto, el emperador de
Roma y de todas las tierras bajo su dominio, se le antojó hacer un censo porque
la curiosidad, para saber a cuántos ascendía el número de súbditos o, en su
caso, para saber el número de contribuyentes con los que podía contar para el
sostenimiento del Imperio que supongo sería el motivo principal, sino único, de
tal medida. Así que, según lo estipulado en la ley, cada individuo debería
inscribirse en el lugar de procedencia de sus ancestros. Y como el buenísimo de
San José era descendiente, ni más ni menos, que del rey David, y éste, era de
Belén, hasta Belén de Judá emprendieron el viaje la pareja y no fue excusa
suficiente para no ir a censarse el avanzadísimo estado de Buena Esperanza en
que se encontraba la joven mujer, María.
El orador sagrado nos planteó su homilía como UN PEREGRINAR
DE LA VIRGEN MARÍA y como buen disertante comenzó por definirnos la palabra
“Peregrino” y nos dijo:
“Peregrino es aquel que viaja o se desplaza hasta un lugar
donde Dios habla”. Y, apoyado en el concepto, nos fue explicitando
los distintos momentos en los que la Voz de Dios se dejaba oír a lo largo de
ese viaje.
El primero de todos fue el hecho mismo del viaje de más de
100 kms. en el que nos habla a través de las leyes que regulan las relaciones
humanas. Después, al llegar a Belén se nos dice que el Hijo de Dios no va
a encontrar un lugar hábil para nacer, no lo encuentra en casa de los
parientes, no lo encuentra en la posada y se ve en la necesidad de emigrar
extramuros para encontrar algún ribazo u oquedad donde reposar un rato y lo
encuentran en una cueva donde, en tiempos malos se guarecen los animales y es
allí donde les habla desde el Hijo engendrado que nace en un lugar impropio
para cualquier mujer. Dios le habla con voz potente desde la sencillez y
humildad. El Creador de todo cuanto existe, hasta de esas galaxias que ha
descubierto el telescopio James Webb, a un montonazo de millones de años luz de
nuestra galaxia, la Vía Láctea, no dispone de un lugar digno de Él.
Nos habla por la voz de los ángeles que no pueden pasar por
alto el acontecimiento que partirá en dos la Historia y se lo comunican a
los pastorcicos, en medio de un concierto de músicas celestiales, que, por
turnos, guardaban sus ganado que vivaqueaban al raso en las lomas del entorno a
la ciudad de Belén, ya que aquella noche no sería desapacible y, por lo tanto,
no se vieron obligados a bajarlos a la cueva convertida en cuadra donde sí
encontraron al Bebé Dios tal y como se lo habían comunicado los ángeles del
cielo.
Y Dios les hablaba desde sí mismo en una criaturica que se
ponía en las manos del ser humano, de María y de José, dándoles a
entender que los necesitaba. Palabras fuertes esas de Dios: Quiero que hagáis
del Bebé, un hombre hecho y derecho ajustado a mis deseos y planteamiento.
¡Qué bien oyeron y entendieron todas las palabras que Dios
les había ido dirigiendo! Y con qué primor las pusieron en práctica, como
observamos si nos detenemos un poquito a reflexionar sobre tan gran
acontecimiento.
“Estando en Belén, le llegó el momento del parto y, la joven
María, dio a luz un Niño al que fajó y acostó en el pesebre donde los
animales…” (Lc 2, 6-14).
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
13.7.2022. Miércoles.(C.1.537)
P.Alfonso Herrera. Carmelita.
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