lunes, 24 de abril de 2023

Bodas de Oro Sacerdotales.

ESTAMPA CAUDETANA. 

BODAS DE ORO SACERDOTALES.


Ayer fue el día. Ayer Pedro Ortuño, un natural de esta Real Villa de Caudete, conocido familiarmente como "el Misionero" apodado de esta manera porque, en su juventud, fue uno de los elegidos por el señor obispo de la diócesis para llevar a efecto el compromiso diocesano con una de las diócesis del Alto Volta, país situado en el centro de África.

Resulta que hace muchos años, más de 70, el Espíritu Santo tuvo a bien cruzar la línea de separación entre el ámbito divino y el humano, lo hace siempre que lo cree oportuno porque nadie le pone puertas ni le plantea cortapisas y es que el Espíritu Santo hace lo que le viene en gana y eso que siempre es buenísimo, natural, surge de la fuente y venero que es Dios y de Dios no puede salir nada malo. Pues bien, en aquella ocasión fijada en nuestro tiempo que no era el suyo porque Él no tiene tiempo que medir con relojes, paseó por las calles de esta Real Villa y, en llegando a la Puerta de la Villa, se encontró con Pedrico Ortuño y le "sopló" y lo hizo de tal manera que en el muchacho solo prevaleció una apetencia: la de ser sacerdote. El Espíritu Santo le había investido con la gracia de la llamada a formar parte del profetismo porque profeta, entendido en lenguaje normal, no es otra cosa que ser testigo de las bondades de Dios y dispensador de sus gracias y, nosotros, lo hemos dado el nombre de sacerdote ministerial distinguiéndolo así de todos aquellos bautizados que, llamados por el Espíritu Santo, forman parte de la colectividad de los sacerdotes reales porque participan  del sacerdocio real de Cristo. Pues bien, aquel chaval así se lo planteó a su madre y su madre le preparó el capazo, y con él a la espalda, encaminó sus pasos al seminario donde se formó humana y espiritualmente para poder dar, en toda ocasión, servicio a sus hermanos, los seres humanos, desde la sencillez y la cercanía, allí donde el Ordinario del lugar (el Obispo), tuvo a bien mandarle. 

Muchos habrán sido los lugares en su diócesis de pertenencia, también en el África, y, hoy, lo hace en una parroquia del extrarradio de la capital Albaceteña que tiene por nombre Resurrección. Qué nombre más llamativo, qué símbolo más elocuente del quehacer de este hombre llamado, precisamente, a eso, a potenciar, mediante el otorgamiento de los sacramentos, el resurgir de las almas desde la oscuridad de la equivocación y del pecado a la luz de la vida, llevando a la práctica aquel mandato de Jesús de "perdonar los pecados, de bautizar a las gentes en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo", de hacerle presente y otorgarle como comida en la fracción del pan, que es la Eucaristía, de bendecir los proyectos y compromisos asumidos por el hombre y la mujer, por la mujer y el hombre, que tanto da, unidos en Santo Matrimonio, de acompañar a sus hermanos hasta el momento de iniciar el último viaje, ese viaje que es el broche de oro de todo el acontecer de cada uno a este lado de la vida.

Sí, ayer Pedro, "el Misionero, se rodeó de 10 hermanos en el sacerdocio y, asistido por el diácono permanente del lugar, José Lozano, dio gracias a Dios en una solemne Eucaristía animada por el grupo local "Fiadora" que, bajo la dirección de Conchita Cremades, llenó la amplia iglesia parroquial de Santa Catalina con sus envolventes canciones.

Digna de reseñar es la sorpresa que se llevó al ver que había llegado para acompañarle en día tan señalado un sacerdote de la diócesis de Castellón de la Plana, Salvador Prades, que fue compañero suyo en las labores de la misión en el país africano del Alto Volta.

El gentío que le acompañó en la fiesta litúrgica de acción de gracias, se desplazó al finalizar la misma hasta el claustro del convento de San José 

donde los hermanos y familiares del homenajeado, habían dispuesto, emulando a un tal Camacho del que nos habla Don Miguel de Cervantes, en su inmortal libro del Ingenioso Caballero de la Triste Figura, Don Quijote de La Mancha, con ocasión de las bodas de su hija que, al parecer, no escatimó nada, el feliz hombre, y constituyó "una verdadera pasada" por la cantidad de comida dispuesta, y fue tan grande y notoria que se "salió" del libro y ha quedado como ejemplo de abundancia. Pues de esa guisa fueron los preparativos que, aunque siendo tantos, por ser tan buenos, fueron desapareciendo regados con cerveza, zumos, agua y producto americano de color negro bebible.

 

Recibe mi saludo, mis

 

      ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!

24.4.2023. Lunes. (C. 1.664)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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