ESTAMPA CAUDETANA.
EL CÁLIZ DEL SIGLO XVII, JOYA DE PLATA Y ORO, DE SANTA CATALINA.
(El cáliz de plata del siglo XVII antes de ser limpiado y dorado, tal y como venía usándolo yo a lo largo de estos últimos años)
(El cáliz tras haber sido limpiado con esmero)
Hace unos días te daba a conocer que un orfebre que ya había pasado por esta Real Villa de Caudete hace bastante tiempo para ver si el párroco y sacristanes ponían a su disposición alguna pieza litúrgica que necesitara una restauración o un baño que viniera a contrarrestar los efectos indeseados que trae consigo el paso del tiempo. Te decía que entre aquellos vasos y elementos sagrados, pusieron en sus manos una custodia perteneciente a la parroquia de San Francisco que estaba en muy mal estado, es más rota en varios pedazos. Y hasta me serví de ella, una vez restaurada, para enviarte mi saludo con el fin de mostrártela.
Hoy vuelvo a utilizar, para mi saludo mañanero, otra de las piezas, una verdadera joya, que le fue entregada al orfebre para su limpieza, un cáliz de la parroquia de Santa Catalina. Un cáliz de plata que había estado sin pasar por las manos de un orfebre desde aquel lejano día en que salió del taller de fundición de otro orfebre. Un cáliz que me fue asignado por Juan Doménech, el sacristán de Santa Catalina, cuando llegué destinado a esta Real Villa de Caudete en el, ya lejano, mes de septiembre de 2017. Un cáliz del que he venido sirviéndome para la celebración de la Sagrada Eucaristía. Un cáliz que, si existe hoy, se debe a la actuación valiente y arriesgada y muy comprometida de un hombre a carta cabal, Manuel Gil, que Gloria tenga, sacristán que fuera de Santa Catalina cuando se instauró en España un período irracional y sin sentido en el que se cometieron verdaderas barbaridades contra quienes eran gentes de fe. Período en el que se prohibió toda manifestación religiosa y se conminó a la gente para que depositara en plaza pública, para su incineración, cualquier elemento religioso, salvo en el caso de que ese objeto fuera de metal precioso, en cuyo caso, deberían entregarlo a la autoridad competente para su fundición, y, de no hacerlo, decían algunos pasquines, serían pasados por las armas. Pues, bien, uno de aquellos elementos de culto era este cáliz. Cáliz que fue adquirido por la parroquia de Santa Catalina en el siglo XVII, según han datado los orfebres, y que, el bueno de Manuel Gil puso a buen recaudo cuando la situación adquirió visos de radicalidad y de violencia desmedida. Gracias, MANUEL GIL por salvar este cáliz y muchas otras cosas entre las que merece especial mención tanta información histórica de esta Villa.
Hoy te lleva mi saludo el cáliz, esa joya, que se salvó de ser fundida hace ahora 87 años, del que te hablo, mostrándotelo con fotografías tomadas antes y después de haber sido limpiado y dorado concienzudamente por las manos expertas de un orfebre restaurador
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
21.11.2023. Martes. (C. 1.725)
P: Alfonso Herrera. Carmelita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario