domingo, 18 de agosto de 2024

Triste, en el suelo.

ESTAMPA CAUDETANA.

TRISTE, EN EL SUELO.


Aconteció el día 14. Acababa de cederle los tastes el medio día a la tarde cuando, un turbión de aire muy fuerte que me llevó a asegurar las jardineras de las ventanas, puso oscuridad en un día que, hasta ese momento había sido diáfano, luminoso e, incluso, caluroso. 

No venía solo el ventarrón, consigo traía unos nubarrones negros, muy negros, y mal encarados que venían "dándose leña". 

El viento, con galones, permaneció en la Real Villa de Caudete paseándose con toda libertad por espacio de media hora. Las nubes, enfrascadas en una pelea a muerte, perdieron mucha fuerza con la ingente tromba de agua agranizada que se les escapó y que restellaba sobre el techo de chapa del garaje del Convento de San José (El Carmen) y, avanzando la riada por el corralón, como si de una legión romana se tratara, salvando, sin dificultad alguna,  la puerta y el sumidero que no defendieron con eficacia los bajos del garaje en los que entró a saco la marea y se enseñoreó, por todo él, dejando a su paso una buena capa de barro además de llenar hasta el borde el hueco del ascensor y las dos oquedades donde guardamos cosas.

Cuarenta y cuatro litros de agua por metro cuadrado  dejaron caer las nubes arrastradas por el ventarrón que bajaban calle El Molino abajo, de acera a acera, como si quisieran emular a aquellos ñacos que cantaban:

"A tapar la calle para que no pase nadie".

Eso aconteció en nuestros ámbitos conventuales pero, extramuros, también dejó el ventarrón noticia de su paso, como la faena que le hizo a un vetusto Olmo Pumila en el paseo de la Virgen de Gracia, a dos pasos de la puerta de la iglesia del monasterio de las monjas Carmelitas de clausura.

La noticia gráfica que se acompaña a estas letras así te lo certifican. 

Los oficiales del ilustrísimo Ayuntamiento acotaron al árbol caído con una cinta de plástico para prevenir a los viandantes con el fin de poder trocearle, en tiempo hábil, y retirar los restos de esa hermosura que fue abatida por el empuje y la fuerza de lo que, a mí, me ha parecido ser, una de tantas colas de la Dana que ha arrasado, haciendo de las suyas, al archipiélago balear.

Antes de ayer, viernes, ya muy de mañana, Antonio "Chavo", al frente de su cuadrilla, trocearon en un pispás el árbol caído para poder transportarlo en el camión de los servicios municipales. 

En esas estaban, pasadas las 8:30 de la mañana, cuando me acerqué yo al monasterio de las Madres Carmelitas de clausura para celebrar con ellas, y con los fieles que las acompañaban, la Sagrada Eucaristía.

Aparte de los daños causados por ese coletazo que se escapó de la Dana y que hizo de las suyas en las islas del mar Mediterráneo, reconozco que esos cuarenta litros, o más, que cayeron en media hora escasa de tiempo en las primeras horas de la tarde del día 14, víspera de la Asunción de la Virgen María al ámbito Trinitario, a los cielos, les vinieron muy requetebien a las tierras requemadas del entorno y a la misma Villa.

Recibe mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

18.8.2024. Domingo. (C. 1.985)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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