jueves, 10 de octubre de 2024

"5,00 Euros muy bien empleados".

ESTAMPA CAUDETANA.

"5,00€ MUY BIEN EMPLEADOS".

Como cualquier visitante, yo, pasee toda la feria, LA FERIA DE ARTESANÍA O DE LOS ARTESANOS, que tuvo lugar en esta Real Villa de Caudete, coincidiendo con San Miguel. 

Cuando uno entra en una feria y si ésta es de artesanía de productos imaginados o pensados y llevados a la realidad, a ser, por el propio vendedor, se expone a ser sorprendido de una forma u otra. Se expone a que sentimientos que duermen entre los pliegues de su historia personal, afloren, como afloran las pompas de gas en los lagos termales en el norte europeo, impulsados al ser tocados como si fueran teclas de un piano interpretando una melodía muy pegadiza por ser íntima, por ser personal, porque permanecen ahí, dentro de uno, formando parte de su Historia.

Era sábado, víspera del día de San Miguel. 

El día iba mediado cuando salí de casa, del convento de San José (El Carmen). Me entretuve un ratico echando un vistazo a la Plaza de Nuestra Señora del Carmen (otro día te hablaré de lo que me llamó la atención en ella) y enfilé por la calle Mayor adelante. Allí donde ésta finaliza su suave pendiente y se hace llana, se encontraba instalado el puesto de los alfareros. Multitud de piececicas de cerámica se encontraban situadas, un tanto eclécticamente, en sus repisas. Se ofrecían, a sí mismas, tratando de atraer la atención del viandante tocando la fibra sensible del 

"me gusta, ésta, esa o aquella".

A su lado un reclamo:

"HAZ TU PIEZA. 5,00 €." 

Y, a su derecha, una mesica con un torno para moldear piezas.

Un niño hacía su pieza, lo que yo creí fuera un tazón para sus desayunos. No lo tenía terminado, pero le faltaba poco. Nadie dirigía su trabajo. 

No creo que fuera autodidacta en el campo de la alfarería. Se veía que tenía pocos años. Pero tenía las ideas muy claras. Permanecí un buen rato contemplándole. Diría que me encontraba pegado al firme de la calle. 

Fue entonces cuando el airecillo de un tiempo en retroceso fue volviendo las páginas de la historia de mi vida hasta situarse en un aula de la universidad cántabra, más concretamente en la de Plástica y Pretecnología de Formación del Profesorado.  La profesora, una religiosa de la Institución de Los Sagrados Corazones, de cuyo nombre no me acuerdo, nos había pedido con anterioridad que trajéramos arcilla para moldear una figura que cada uno debía presentar como trabajo de fin de curso y que se cocería en el horno de la Universidad.

Aquella fue una paginica linda de mi etapa de estudiante universitario. 

Yo ya tenía nota muy subida por otros trabajos presentados como collages con los que explicar distintos conceptos culturales a los futuros alumnos.

Yo no presenté un trabajo, presenté dos. Después de 46 años el recuerdo se mantiene fresco. Fueron una maternidad que rompía moldes y un sencillo botijo semejante a aquel del que bebíanos agua fresca en casa en aquellos veranos tórridos de mi niñez, copia de  aquellos botijos típicos de Valdeverdeja, pueblo toledano limítrofe con la Autonomía extremeña y que se encuentra englobado en lo que se conoce como la comarca de la Campana de Oropesa, (mi pueblo). En aquellos tiempos de mi niñez la industria principal de ese pueblo, aparte de la labranza y ganadería, era la alfarería y dentro de ella, la fabricación de botijos de arcilla que tenían como propiedad primera el mantener muy fresca el agua.

No conservo ninguna de las dos piezas. La Maternidad se quedó como contribución al fondo del museo universitario (*), el Botijo se lo regalé a la señora que nos atendía en casa.

Y, para presumir un poco te diré que me calificaron con Matrícula.

El niño, sin duda alguna por mi parte, veía, singularizándola, muy clara, en su enmarañado mundo personal de las ideas. Yo me encontraba presente en el momento emocionante de sacarla a ser, de materializarla. No era otra que la figura que estaba "creando". Ya la tenía terminada. 

Pero él seguía metiendo sus dedicos en el agua y, con los ojos cerrados iba puliendo los bordes de lo que iba a ser, sin duda alguna, su cuenco para desayunar.

"SUS 5,00€, sin duda alguna, FUERON MUY BIEN EMPLEADOS".

El niño, aprendiz aventajado de alfarero, aunque tiene los ojos cerrados, es quien te lleva hoy mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

10.10.2024. Jueves. (C. 2.037)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

(*) Además de la Maternidad, se quedaron para el museo de la Universidad otros tres trabajos míos:

- 1.- Una tabla con ocho círculos en los que se introducían fichas redondas que encajaban perfectamente en tales círculos. Con las fichas que se iban encajando en los círculos, se explicaba, ante una cámara de cine, todo el proceso del nacimiento de las aves, su crianza, desarrollo y abandono del nido. Por aquel entonces tenía yo ciento veintitantos canarios y jilgueros de los que tomé la idea.

- 2.-  Una alegoría de la comunicación: una cabeza de ser humano con una maraña de cables como cerebro. Por entonces estaban adquiriendo un empuje tremendo e imparable los Más Media.

- 3.- Un símbolo de la paz realizado en el azogue de un gran espejo. Una condiscípula, de nombre Estrella, me dijo:" Eso no lo has hecho tú" así, por lo corto y por lo derecho. 

Cómo contestación  hice otro semejante y se lo regalé. Espero que lo siga teniendo, como recuerdo, adornando algún lugar de su casa en Los Corrales de Buelna (Cantabria).

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