ESTAMPADA CAUDETANA.
UN PAJARITO SE METIÓ EN EL CLAUSTRO.
Un tal Jeremías Ceri, pintor italiano, que se mueve a sus anchas por el ámbito de la pintura de la acuarela, nos ha traído, de la mano de la VII Bienal de la acuarela que viene celebrándose en esta Real Villa de Caudete desde hace 14 años, un cuadro pintado, según las técnicas exigidas por la pintura a la acuarela, al que titula:
"STUDIO DI CENCI"
Viendo el cuadro no hace falta irse al diccionario para descubrir que el ESTUDIO que hace el pintor, sirviéndose de los pinceles, de las brochas y de otros elementos que se utilizan comúnmente en este modo de realizar el arte de la pintura, versa sobre EL PÁJARO, sobre un pájaro.
Al contemplarle, di en pensar que estaba en perfecta connivencia con el claustro Barroco-Toscano del convento de San José (El Carmen) Más que ninguno de los otros treinta y cuatro cuadros traídos del país trasalpino, de Italia, de otros tantos pintores que por aquellas tierras descuellan. Y, no precisamente, porque la acuarela pintada en un papel de 38 por 56 Cms tenga nada que ver con el arte de la arquitectura llevada a cabo en el claustro conventual. Sino porque en el claustro crecen cuatro hermosos cipreses buscando el sol y asomándose, por encima de los tejados, para contemplar la Villa a los que vienen, cada tarde, unos cuantos cientos de pájaros que buscan abrigo y acomodo en ellos, arrimándose todo lo posible al tronco, no porque éste les diera calor cuanto porque entre la periferia del árbol y su tronco se da una diferencia notable de grados y, ellos, los pájaros, lo saben. Pero además porque le sirve de defensa, aunque no a todos, contra los ataques de los depredadores nocturnos.
Ya te lo he contado en alguna otra ocasión: en el silencio sepulcral reinante en el claustro del convento a lo largo de la noche, suele acontecer que, de cuando en cuando, un chillido, que no era otra cosa que el estertor de un pajarito atrapado por las potentes garras de una lechuza y que, si se encuentra criando, ese piar agudo y lastimero, producido por el último aire expulsado violentamente de sus pulmones por el empuje de las fuerzas de las garras del depredador, se repite varias veces antes de que el día haga acto de presencia y en medio de una algarabía, salgan todos volando en busca de su sustento.
Por la ventana entreabierta de mi habitación entran, todos los veranos, una y otra vez aquellos lamentos últimos de unas vidas sacándome a mí del sueño, mientras caen suavemente al duro suelo claustral, un montón de plumas del pajarito que delató su presencia a la aguda vista del depredador.
Eso suscitó en mí la contemplación de un cuadro que mostraba EL ESTUDIO DEL VUELO DE UN PAJARICO a punto de posarse en una hipotética rama.
Recebe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
24.10.2024. Jueves. (C. 2.041)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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