miércoles, 23 de octubre de 2024

Los Erizos de las Castañas de Indias.

ESTAMPA CAUDETANA.

LOS ERIZOS DE LAS CASTAÑAS DE INDIAS. 

Hace unos días te llevaba mis "buenos días" toda la Avenida de las Jornetas que, yo, en otra ocasión, había rebautizado con el nombre Avenida de los Castaños de Indias porque, desde que se topa con la Avenida de la Libertad hasta sus mismos inicios, a un lado y a otro, venían creciendo desde hace algún tiempo castaños de indias. 

Hace unos días te hablaba acerca del mal destino que están  teniendo los hermosos y lustrosos frutos de todos esos árboles, sus castañas, porque, lejos de caer en un terreno apto para germinar habían caído sobre el durísimo asfalto que iba desde una acera a la otra de la Avenida, donde eran aplastadas por las ruedas de los coches o escoradas junto al pretil de las aceras.

Pero algunas, muy poquitas, no les ocurrió eso. Hubo alguien que dobló el espinazo y se hizo con algunos ejemplares de erizos donde se guardaban, todavía, a la espera de verse iluminadas por la luz del sol una, dos o tres castañas según fuera el diámetro de la misma.

Se fueron con él y en un platillo aguardan su maduración total para llegar a ser aptas para poder germinar en buena tierra.

Ese tal fui yo. Me daba tanta lástima asistir al triste fin que esperaba a los frutos, lentamente producidos por aquella gran cantidad de árboles que jalonan a la Avenida de las Jornetas, que me vi impelido a recoger, siquiera sea unas poquitas, para que la obra de la naturaleza, que tan perfectamente se llevó a efecto en la serie de castaños de Indias no quedara del todo  baldía.

La primera tanda padeció igual o peor fin que sus hermanas que quedaron en el duro y negro suelo de alquitrán porque, alguna mano, de la que no quiero saber nada, se las echó al perro que corretea por el corralón del Convento de San José (El Carmen), sin duda alguna, para que el cuadrúpedo jugara con ellas y, a fe, que lo hizo porque sembró de trocitos de carcasas de castañas una buena parte  del corralón porque, presumo, que las semillas se las zampó.

Las que se vinieron conmigo, últimamente, las he puesto en ese platillo en una mesita delante de mi cuarto para que no las ocurra lo mismo que a sus otras hermanas viajeras, emigrantes, no en una patera, como tantos jóvenes que se acercan a nuestras costas en busca de una tierra donde ¡vivir!, sino en mis manos para que encuentren una tierra, para ¡vivir! 

Recibe mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

23.10.2024.Miércoles. (C. 2.040)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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