viernes, 27 de diciembre de 2024

Quietud.

ESTAMPA CAUDETANA. 

QUIETUD. 

Inmerso en ella, en la QUIETUD volvía yo ayer tarde de dar un corto paseo. Sólo unos  pocos minutos. 

No hacía mala tarde, ya noche. Faltaban 15' para que la campana de la torre de la iglesia conventual de San José (El Carmen), se pusiera a cantar con su timbre metálico imitando a los castrati, las 20 horas. 

La temperatura era agradable. Supuse que el termómetro andaría bajando de su escalada diurna pero no creo que hubiera llegado a los 13 grados. 

Y, no obstante, todo estaba en silencio, todo estaba QUIETO. Solo el árbol de luz que se levanta en el centro mismo de la plaza de Nuestra Señora del Carmen gritaba a los cuatro vientos con su lenguaje de luz brillante, pero silencioso, y no rompía la QUIETUD. 

Sólo un matrimonio joven acababa de dejar la luz de la plaza y se hundía en las tinieblas de los principios de la calle de El Molino. En un cochecito de niños, que conducía el padre, dormía plácidamente mecido por los brazos de algodón de Morfeo, el fruto de su amor. 

Un centenar de metros más abajo, a la puerta del garaje del convento, me encontraba yo. Nadie más transitaba por la calle toda ella parecíame un túnel oscuro y silencioso.

Sí, en la tarde de ayer cuando todavía no eran las veinte horas todo en mi calle de El Molino era QUIETUD, como la que reinaba en aquel momento cumbre en que, el Hijo de Dios , nacido ya ser humano, la hizo trizas con su primer llanto, el llanto que acompaña al recién nacido cuando sus pulmones,  sin flemas obstructivas, se llenaron con la primera inspiración de aire.

Recibe mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

27.12.2024. Viernes. (C.2.101)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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