ESTAMPA CAUDETANA.
VIRGEN DE LOS DOLORES Y NUESTRA SEÑORA DOLOROSA.
En el día de antes de ayer, domingo, estaba programada para las 19,30 de la tarde, la procesión de las dos imágenes de la Virgen en sus advocaciones DE LOS DOLORES Y DOLOROSA JUNTO CON EL SANTÍSIMO CRISTO DE LA AGONÍA que ha venido presidiendo todos los actos litúrgicos a lo largo del tiempo de Cuaresma a la derecha del saltar, en el presbiterio.
No pudo ser porque la borrasca Olivier, que venía haciendo de las suyas desde Huelva y, antes, en las islas Canarias, destacó sobre el cielo de la Real Villa de Caudete un conjunto de nubes negrísimas como los ojos de Platero, la acémila del poeta Juan Ramón Jiménez, que se pusieron a echar agua sin miramiento alguno, precisamente, a la hora en que tenía que salir, por la puerta principal de la parroquia de Santa Catalina, la procesión con los tres pasos ya indicados.
Ayer por la tarde, cuando daba comienzo el rezo de Santo Rosario, llegué a la parroquia de Santa Catalina para celebrar la Eucaristía pues esta semana me ha sido designado a mí celebrar las Eucaristías en los días previos a la celebración de la Pasión del Señor que se encargará de hacerlo el párroco del lugar, P. Luis, carmelita. Y, al llegar, observé que ya estaban preparados para procesionar, a excepción de la Sagrada Imagen de Nuestro Padre Jesús de la Gran Misericordia que estaba siendo colocada en la plataforma encima de la carroza, los pasos existentes en ese lugar de culto y, entre ellos, las dos imágenes de La Virgen que el domingo no pudieron salir por el fuerte aguacero, la tormenta, que todo lo llenó de agua impidiendo la salida de las dos IMÁGENES de la Virgen María, junto con la del CRISTO.
Hoy salen, no a procesionar, sino a llevarte mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!?!!!
15.4.2025. Martes. (C. 2.205).
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
Pd. Ayer por la noche a las 21:30 horas salió desde la Parroquia de San Francisco la procesión con la imagen de El Cristo de la Juventud. A lo largo del trayecto, desde un vehículo con altavoces, se convoca a los fieles al rezo del Vía Crucis por las calles del ámbito que le es propio.
Esta procesión no suele contar con clero alguno pero, eso sí, a la conclusión de la misma, el párroco del lugar dirige unas palabras a la concurrencia, con las que pone fin a la manifestación religiosa popular.
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