ESTAMPA CAUDETANA.
LA SILENE VULGARIS.Si eres amigo de darte paseos por el campo allí donde la urbanización no ha levantado calles plazas edificios poblaciones te vas a encontrar, en duda alguna, con un GUISO. Espero que la boca no se te haga agua al leer GUISO porque al GUISO, al que me estoy refiriendo, no es otra cosa que una herbácea que crece agrupada aquí y allá y que llama la atención porque sus flores blancas, ellas, son bonitas ¡Vayas si lo son! Las forman cinco pétalos que, ya desde sus inicios, se difurcan en dos por lo que, a simple vista, parece que fueran diez. Pero, no, solo son cinco pétalos blancos impolutos. Da gusto verlos. Se cierran sobre sí mismos y forman como una especie de saquito por lo que también se le han dado en llamar BRAGAS O CALZÓN DE CUCO. Y, una vez auto inseminadas, porque no necesitan el aporte de ningún macho que ofrezca su polen a las abejas moscardones para que se lo acerquen, pues son hermafroditas, ese saco se endurece y por el ruido que arman al reventar para liberar sus semillitas, también reciben el nombre chusco de EXPLOTA CULOS. Pero el nombre más frecuente que tiene y con el que la conoce el vulgo es el de COLLEJA. Paseaba yo hace unos días por una parcela llamada a ser urbanizada, toda ella una alfombra de herbáceas, muchas de ellas florecidas. Daba gusto tender la vista a un lado y al otro del camino que parte en dos dicha parcela, camino por el que acortan las gentes que viven más allá de la antigua carretera de Valencia cuando se acercan al centro de salud o llevan los niños a las escuelas. Y allí, a la vera del camino-atajo me topé con un hermoso plantel de COLLEJAS. Estaban guapas. Se movían de un lado a otro empujadas por un vientecillo que soplaba desde el oeste. Tan es así, que tuve que sujetar con los dedos un tallo para fotografíar una de tantas florecillas. Se nota que estamos en mayo. Se nota que es el mes dedicado a venerar de modo especial a la Reina de la naturaleza, a la Madre del Señor Jesús y de todo hombre que viene a esta tierra nuestra porque, así, lo dictaminó Jesús desde lo alto de la Cruz con el último aire de sus pulmones, antes de entregar su Espíritu, su vida humana en sacrificio por nosotros, sus hermanos. Allí las dejé en su doble trabajo: el de madurar sus semillas y el de ir colonizando, mediante el crecimiento de sus raíces, el medio, para seguir reproduciéndose, en el primero de los casos y para, al extenderse, aumentar la colonia, en el segundo. Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
29.5.2025. Jueves. (C. 2.246).
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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