ESTAMPA CAUDETANA.
PAPAVER SETIFERUM GOLDBLAT.
Con ese nombrajo, que aparece hoy titulando la ESTAMPA CAUDETANA, dieron en llamar a la sencilla y esbelta AMAPOLA, los sesudos y eminentes estudiosos de la foresta, es decir, los botánicos.
No abundan por estos parajes, por lo menos allí por donde paseo y, esa, fue la razón por la que la atrapé y la encerré en la cámara oscura de mi telefonillo. Tenía prisa porque, la pobre, tan endeblica, ella, no iba a tardar mucho en poner punto final a su corta existencia. Eso, sí, mientras vegeta se hace ver y presume lo suyo. Esa fue la razón de que me fijará en ella.
Solita aparecía en medio de la franja llamada a ser acera cuando la parcela, que se extiende más allá y que, a gritos, está pidiendo ser ámbito en el que surjan algunos chalets, cuando pasé a su lado.
Sí, allí delante la descubrí mostrandome toda su belleza carmesí movida por un airecillo molesto que la llevaba de un lado a otro lanzando a unos pétalos contra otros, como si quisieran proteger sus
estambres, pistilos y ovario para que, llegado el tiempo de la maduración, se puedieran obtener de las secreciones obtenidas, a base de las incisiones que se le practiquen a su fruto, los alcaloides que suministren ese jugo con el que se suelen fabricar productos beneficiosos para la salud del ser humano aunque, también, opiacios que dejan al que se los fuma en una especie de atarasia placentera.
No hay miedo que tal ocurra porque, como te he dicho, son pocas las AMAPOLAS que he visto por los lugares por los que suelo transitar. A lo largo de la Avenida de las Jornetas, solo una, esa que preside mis letricas de hoy. Claro que, eso, no quiere decir que por el descampado entre las sierras de La Oliva y de la Alácera no crezcan a porrillo.
Ésta te lleva hoy mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
17.5.2025. Sábado. (C. 2.235).
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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