ESTAMPA CAUDETANA.
DÍA TERCERO DE LA NOVENA DE LA VIRGEN DEL CARMEN.
(Centro floral a los pies del altar de la iglesia conventual de San José (El Carmen))
En la iglesia conventual de el convento de San José (El Carmen) fue proclamado el Evangelio que nos narra la llegada de la Virgen María y de sus parientes para encontrarse con Jesús y al serle comunicado que su Madre y sus hermanos esperaban para hablar con él. Jesús contestó "¿quiénes son mi Madre y mis hermanos? y extendiendo las manos sobre los asistentes dijo aquellos que escuchan la palabra de Dios y la cumplen"(Lc 8,19-21).
Sobre ese texto versó la homilía del Padre Prior del convento en el segundo de los días de la novena en honor de la Virgen del Carmen. Sus palabras fueron una diatriba dura contra la situación en que vive, respecto de Dios, la sociedad actual. En modo alguno se refería a la cincuentena de fieles asistentes a la novena, que eran quienes lo escuchaban.
Dijo, con rotundidad, que no se escucha, en la actualidad, la Palabra de Dios.
Quiero creer que no se referiría el predicador a la situación de la que hablaba Jesús cuando aventuraba el fin de los tiempos aunque vemos que, circunstancias hay que no dejan de poner una interrogación en aquellos que sí escuchan la palabra y hacen de ella motor de sus vidas puesto que, terremotos, tenemos: inundaciones, tenemos; guerras, tenemos y apostasía generalizada, tenemos, "pero no os preocupéis el fin no está cerca" (Mt 24,6-14).
Sí que citó al Mahatma Gandhi en términos durísimos como:" qué maravilloso sería el cristianismo..., sin cristianos" aseveración que choca frontalmente con aquel aserto del mismo personaje, trabajador mártir por la no violencia, cuando afirmaba "No me corresponde a mí criticar las Escrituras de los demás religiones, o señalar sus defectos. Más bien mi privilegio es - y debería ser - proclamar y practicar las verdades que hay en ellas" (El Taco 10.6.25).
También echó mano de un recurso que suele emplear él con alguna frecuencia, el recurso de los "los tres rejones" (del bautismo, de la boda y del entierro) para llamar la atención acerca del olvido de estar a la escucha de la Palabra de Dios para llevarla a la práctica en medio de un mundo exigente.
Todo ello para situar a la gran figura de la VIRGEN MADRE que siempre está a la escucha de la Palabra de Dios, Palabra a la que Ella vistió de humanidad en sus entrañas purísimas por obra y gracia del Espíritu Santo.
Tema coincidente con uno de los puntos que se tocaron en la novena predicada en la parroquia de San Francisco cuando, citando al P. Amando, se decía:"una Palabra habló el Padre, que fue su Hijo y esta Palabra habla siempre en el silencio y, en silencio, ha de ser escuchada por el alma. Entendamos, pues, que la Virgen María, es el silencio contemplativo que ha acogido la Palabra. Por eso San Juan de la Cruz uniendo siempre a María y a Cristo exclama con vehemencia: "la Madre de Dios, es mi madre".
También se tocó en San Francisco el punto de la protección divina sobre la Virgen Santísima, mujer de la Trinidad, preservada de todas las manchas de pecado porque, como le dijo el ángel: "el Espíritu de Dios te cubrirá con su sombra y el que nacerá de ti será Hijo de Dios". El cubrir significa cuidar, amparar, proteger. Y, como Ella, nosotros somos objeto de ese cuidado y protección, dice San Juan de la Cruz.
Y todavía se tocó en San Francisco otro punto. El de la oración. De cómo debe ser nuestra oración, tomando como ejemplo la oración de súplica que la Virgen hizo a su Hijo Jesús en las bodas de caná. No le mandó, no le pidió que hiciera, esto o aquello, para solucionar tal o cual papeleta. Simplemente le dijo "no tienen vino" y su Hijo hizo el milagro. Así debe ser nuestra oración. Siempre, según el parecer de San Juan de la Cruz.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
9.7.2025. Miércoles. (C. 2.280).
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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