ESTAMPA CAUDETANA.
CUARTO DÍA DE LA NOVENA EN HONOR DE LA VIRGEN DEL CARMEN.
(Acompaña a mis letricas de hoy el centro floral que da prestancia al ambón desde donde se proclama la Palabra)
Ayer, en la misa del tercer día de la novena en honor de la VIRGEN MARÍA DEL MONTE CARMELO, celebrada en la iglesia conventual de San José (El Carmen), fue leído el Evangelio en el que se nos narraba la visita de la joven nazaretana, María, a su pariente Isabel (Lc 1, 39-56).
Ella, que había sido objeto de la elección de Dios Padre para que diera humanidad a su Hijo Jesús en sus purísimas entrañas, planteamiento que acogió con los brazos abiertos poniéndose enteramente a su disposición, conoció, por la información que la suministró Gabriel, el arcángel, que su anciana pariente, Isabel, la esposa del sacerdote Zacarías, afincados en Ain Karén, cercana a Jerusalén, se encontraba grávida, de seis meses.
Nos dice el Evangelio de Lucas que, sin pensárselo, cogió el hatillo y emprendió un viaje, un viaje de 120 km, para echar una mano a la anciana pariente bendecida con la maternidad y al bueno de su marido.
Después de escuchar el Evangelio elegido, se caía por su propio peso que el tema sobre el que, el predicador, iba a hacer pivotar su reflexión no sería otro que el servicio.
Y, así aconteció. El predicador destacó la sencillez y humildad de la más grande de las mujeres a la que llamó con el nombre que nuestra sociedad da a aquellas mujeres que desarrollan su actividad circunscrita al servicio que se presta en nuestras casas, la llamó "CRIADA". Fue a la casa de sus parientes para desarrollar ese quehacer, el quehacer de las trabajadoras domésticas o del hogar, al tiempo que se ocupaba de la anciana pariente bendecida y de su marido.
En la parroquia de San Francisco, teniendo en cuenta lo que afirma Fray Amando, carmelita descalzo, y siguiendo de la mano de Santa Teresita de Lisieux, el tema que se trató fue bastante coincidente con el que destacó el predicador en la Iglesia del convento de San José El Carmen).
La santita que floreció en la rica tierra del Carmelo, Santa Teresita, no quería que le presentaran a la Madre del Señor, a la Virgen María, como una estrella rutilante en los cielos sino como una mujer normal y corriente ocupada en los quehaceres de su vida normal dentro de su casita y en su caso abierta a ser una mano en las necesidades de aquellos que la necesitaran. Decía:"no quiero ver a nuestra Madre, la Virgen del Carmen, como un sol explendente que apaga las estrellas, sus hijos, como hace el sol cuando se planta en el cielo, haciendo desaparecer de él, en cada uno de sus amaneceres, a las estrellas. No quiero que me la presenten como Reina, sino como una Madre, normal y corriente, dispuesta a echar una mano donde se la necesitare. Con una mano que acaricia, con una sonrisa que hace desaparecer enfados, siempre atenta a solucionar las penurias de sus hijos, nosotros".
Pues, como la vemos en el Evangelio solucionando papeletas, tal y como nos la presenta Lucas atendiendo a sus parientes Isabel y Zacarías (ibídem). O como lo hace Juan al contarnos cómo se encuentra incursa en el desarrollo de una boda en Caná de Galilea (Jn. 2,1-11).
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
10.7.2025. Jueves. (C. 2.281).
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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