lunes, 14 de julio de 2025

Octavo día de la Novena en honor de la Virgen María del Monte Carmelo. Nos visita el nuevo obispo de la diócesis albaceteña.

 ESTAMPA CAUDETANA.

OCTAVO DÍA DE LA NOVENA EN HONOR DE LA VIRGEN MARÍA DEL MONTE CARMELO.

NOS VISITA EL NUEVO OBISPO DE LA DIÓCESIS ALBACETEÑA.

(Ilustra estas letricas la fotografía en que el nuevo Sr. Obispo de la diócesis, comparte la comida con la comunidad de Carmelitas)


El día cinco de mayo, próximo pasado, fue ordenado obispo de la diócesis en la catedral de Albacete,  don Ángel Román Idígoras. 

Como es obispo de "nuevo corte", es decir, que no viene trasladado de otra diócesis o dicasterio, anda el hombre muy atareado poniéndose a tono en eso de ser obispo y de conocer los entresijos, complejos entresijos, de la encomienda recibida desde Roma.

Pero, siguiendo un plan preestablecido, va visitando, poco a poco, la diócesis que le ha sido encomendada, la provincia de Albacete. Ayer nos tocó a nosotros, a la Real Villa de Caudete. Ya había visitado el pueblo más lejano de la capital, Letur, y, después, nos ha tocado a nosotros que, por estar saliéndonos, casi, de la  diócesis, para meternos en la de Alicante, somos los segundos más lejanos.

Presidió la Eucaristía de las 12,00 horas en la parroquia Madre de la Villa, Santa Catalina.  Como se había corrido la noticia de boca en boca y de WhatsApp en WhatsApp, porque se nos avisó sin tiempo para haberlo anunciado en las misas del domingo anterior, no hubo invitación de ninguna clase y a ningún estamento público por lo que no estuvo presente el Sr. Alcalde, el nuevo, el que ha tomado el bantón de mando estos días de atrás. Si lo estuvo el anterior, Don Moisés López y el Comandante de Puesto de la Benemérita, de Guardia Civil.

El templo estuvo abarrotado de fieles, como nunca lo había visto yo en visitas semejantes.

En su homilía, con palabras cercanas y amables, impulsado por la catequesis evangélica de Lucas en la que se nos hablaba de un samaritano que obró misericordiosamente con un pobre judío al que habían dado unos facinerosos una tunda de muerte, nos habló del prójimo, de aquel que camina con nosotros y que, por las circunstancias de la vida, malanda, el pobre, solicitando ayuda. Y, de paso nos llamó la atención acerca del comportamiento nuestro y nos dijo suavemente, como quien no quiere la cosa:

"¿Los demás nos perciben como prójimos? ¿Somos verdaderamente prójimos? ¿Nos compartamos como tales?"

Luego, al finalizar la Eucaristía manifestó su alegría por haberse encontrado con una Iglesia linda, no refiriéndose a la arquitectura de la iglesia, que sí, que era muy bonita, sino a aquella que configura el Pueblo de Dios, el pueblo a él encomendado.

 Tras la Misa se acercó, acompañado por el párroco, al monasterio de las Madres Carmelitas para saludarlas y departir con ellas un ratico.

Compartió con nosotros, con la Comunidad, la comida que nos prepara Caty todos los domingos y, como servidor al servicio del pueblo, fue él quien sirvió a todos los comensales emulando, un tanto, a Aquel, a Jesús, del que ha sido elegido su Testigo, su Apóstol.

Después sin reposar un ratito emprendió camino, no sin antes hacer una parada en la residencia de ancianos para saludar a la comunidad de Hermanas Carmelitas de la Virgen María del Monte Carmelo que acompañan y atienden a los ancianos de la villa.

Por la tarde, el padre predicador de la novena, sin salirse de los cánones que marca la liturgia dominical, encontró el modo de conectar el mensaje de la parábola con Ella, con La Virgen María y, así, sirviéndose de un recuerdo, trajo a la concurrencia a la Sagrada Imagen de la Virgen que contemplara en un museo, no recuerdo del nombre que dijo ni de la ciudad donde se encuentra. La Imagen mariana era representada con los brazos abiertos ofreciendo a su Hijo, también con los bracitos abiertos, en actitud de ayuda, de ir al encuentro de alguien en necesidad. Pues, como hizo aquel samaritano que no vio otra cosa que a un ser humano en necesidad perentoria.

Todavía tengo que reseñar que, concluida que fuera la novena y la misa dominical, tomó el testigo una  banda de música venida del vecino pueblo de Yecla para ofrecer gentilmente, un concierto.

La iglesia conventual se llenó de bote en bote por melómanos caudetanos que aplaudieron a rabiar al finalizar cada una de las piezas  que interpretaban los maestros murcianos de Yecla. Y es que, aquí, en esta Villa, en lo tocante a música la gente entiende y disfruta  a base de bien.

Recibe mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

14.7.2025. Lunes. (C. 2. 285).

P. Alfonso. Carmelita.

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