jueves, 7 de agosto de 2025

Todo ayuda ¿por qué no?

ESTAMPA CAUDETANA.

TODO AYUDA ¿POR QUÉ NO?

no es mi pretensión ayudar a la empresa que embotella el agua. ¡Qué va! Esa fotografía en la que aparecen unas botellas de agua, para nada son un anuncio publicitario.

Son un signo, un elemento a nuestro alcance para emplearlo, movidos por una fe sencilla o, mejor, profunda y una esperanza cierta, de que, si la empleamos como es debido, puede atraernos la gracia divina necesaria para salir de algún impás en el que hayamos venido a caer.

Es costumbre vieja, muy buena, tanto, que se remonta al siglo XIII. Por aquel entonces el Mediterráneo estaba plagado de piratas turcos o moriscos o las dos cosas a la vez, que llevaban a cabo sus racias  abordando cualquier nave que comerciara entre uno y otro puerto de los países que lo encerraban. O, en su caso, desembarcaban para esquilmar la tierra y las ciudades, al brillo de sus alfanjes, de donde se proveían de esclavos para llenar los mercados  de trata de personas orientales. 

Una vez, entre tantas, desembarcaron en los alrededores de la ciudad de Mesina, en la isla de Sicilia, y pretendieron rendir la ciudad sitiándola por mar y por tierra para someterla al hambre y la sed. Pero en aquella ocasión se toparon  con la figura egregia de un sencillo y, por sencillo, santazo carmelita, Alberto de Trápani, ciudad siciliana. 

Ocurrió que los piratas emponzoñaron el agua del que bebían los asediados y fue él bueno de Alberto, el carmelita, el que invocó fervientemente al Señor, como hiciera Moisés en el desierto, y aquel agua no dañó a nadie. Al mismo tiempo los bajeles cristianos burlaron a los  turcos y les aportaron viandas que vinieron a cubrir sus necesidades.

Esos fueron solo unos de los favores de este sencillo y humilde fraile carmelita porque, la verdad sea dicha,  se cuentan y se cuentan y se cuentan, los favores que el Señor derramó sobre las gentes de la isla siciliana en los recorridos que llevaba a cabo Alberto, el carmelita, para dar a conocer la Palabra de Dios, tal y como aconteciera a los apóstoles de Cristo cuando Éste los envió a prepararle el camino diciéndoles:

"Decid allí donde os presentéis que el Reino de Dios ha llegado hasta vosotros, curad  toda dolencia y expulsar a los demonios"

Así vivía y actuaba el apóstol Carmelitas con quellas gentes que travaron conocimiento con él, aquellos que fueron beneficiados por Dios a través de su intercesión, aquellos que lo escuchaban con placer cuando les hablaba de Dios y de la VIRGEN, MADRE DE JESÚS, de la que era profundísimo devoto, 

 A su muerte, no esperaron los sicilianos a que hablara Roma. Fueron ellos los que lo proclamaron Santo y para remate, a la hora de despedir sus restos mortales ante las dudas de hacer funeral de difuntos, como quería el clero, el pueblo gritaba más y más fuerte:

"¡De Gloria!, ¡de Gloria!, como se celebra a los santos hay que celebrar la misa por él"

Y la disputa quedó zanjada cuando apareció un montón de ángeles en las bóvedas del templo entonando, precisamente, la misa de GLORIA.

Desde entonces, en muchos conventos y monasterios de la Orden del Carmen, sino en todos, se viene bendiciendose el agua llamada así, DE SAN ALBERTO, porque empleándola con fe es medio por medio del cual San Alberto obtiene de Dios especiales gracias.

Aquí, en esta Real Villa de Caudete, se ha venido practicando, con fervor, devoción y mucho boato, esta devoción, este rito de la BENDICIÓN DEL AGUA DE SAN ALBERTO. Yo creo que desde aquel año de gracia de 1557 en que los frailes Carmelitas  llegaron a esta Villa y, primero, junto a los muros de la ermita de los Patronos  y, después, en su ya edificado convento de San José, desde los tiempos de su fundación, hasta el año pasado en que, por falta de fieles, fue suprimida. ¡Una pena!

Pero, hoy, ante la súplica, más que sugerencia, tubo lugar la BENDICIÓN DEL AGUA DE SAN ALBERTO en la iglesia del  Monasterio de las Madres Carmelitas de clausura por el sacerdote celebrante.

Esa era la razón de que en el presbiterio hubieran estado mañana botellas de agua y, en modo alguno, fuera un anuncio publicitario de una clase de agua o, en su caso, de un manantial.

Aunque, todo sea dicho, no les vendría mal a las Monjas Carmelitas de Clausura, una ayudita. Pero, no, claro, comercializando un acto sagrado.

Recibe mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

7.8.2025. Jueves. (C. 2. 308).

 P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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