viernes, 8 de agosto de 2025

El guarda de seguridad.

ESTAMPA CAUDETANA.

EL GUARDA DE SEGURIDAD.

Fue aparcar a la sombra de un árbol en el entrante que existe en la Avenida de la Virgen de Gracia, cercano al monasterio de las Madres Carmelitas de clausura, cuando, con el coche, todavía en marcha, apareció, como por el salmo, encima de la valla de obra que separa una propiedad en la que se levanta un lindo chalé, de la calle, un gato.  Un gato negro con los ojos inflados, a lo que me pareció, de ira.

 Sí, un gato negro con cara de pocos amigos porque, a lo mejor, dió en pensar que aquel que había estacionado el vehículo en semejante lugar, posiblemente, no albergara buenas intenciones. Y, allí, estaba él preparado y dispuesto para defender la propiedad con uñas y dientes. 

Ese fue el pensamiento que se me vino a la cabeza nada más aparecérseme, el gato negro, con la rapidez de un rayo. Y, claro, tomé mis precauciones:

"Ojito con el bicho que tiene cara de pocos amigos". 

También puede ser que fuera causado su enfado a que interrumpí los preparativos de un suculento desayuno a base de tiernos pajaricos, dado que los pájaros están echando del nido a los polluelos de la segunda nidada de este verano. Y los pobrecillos, que todavía no tienen fuerza en sus alas, suelen caer a los suelos y allí es donde hace de las suyas el minino escalador de vallas pues, desde la altura es desde donde otea el panorama barriendo, con su fina e inquisitiva mirada, cada centímetro de la tierra que se extiende delante de él. 

Y, claro, el felino, con toda seguridad daría en pensar: 

 "este viene a meterse donde no lo llaman y no le corresponde porque este lugar es el cazadero de mi propiedad". 

No pude por menos que echar mano del telefonillo para sacar la fotografía que ilustra estas letricas y que no es otra que la de un minino desconfiado, por no decir enfadado, a causa de mi irrupción en el ámbito que él defiende a capa y espada, por la cuenta que le trae.

Bajé del coche. Me dirigí al monasterio y, al doblar la calle, observé que EL GUARDA DE SEGURIDAD, todavía seguía allí subido en todo lo alto de la balaustrada emulando al grumete que cumple un castigo subidico en lo alto del palo mayor de una nao metidico en un carajo, porque, pensaría, "no las tengo todas conmigo, de ese tío no me fío".

Recibe mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

8.8.2025. Viernes. (C. 2.309).

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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