TRISTEZA
Ese sentimiento inunda al que camina por el paseo de la gran playa que va desde El Rincón de la Zofra hasta Alicante.
En el centro de buena parte del primer kilómetro de ese paseo, la más ancha, se encuentra uno con una hilera de PALMERAS DE ABANICO. Pero, al llegar a la última observa que una, en la que ha encontrado acomodo un Picudo Rojo un insecto que nos ha llegado de allende los mares, desde el este, está haciendo de las suyas, ha acabado con ella al ir mirando y zampándose su alma. No ha sido la única porque en aquellas parientes en las que los oficiales de parques y jardines del Ayuntamiento de El Campello se han descuidado a la hora de tratarlas, les ha ocurrido otro tanto. Y, así, no son pocos los tocones de palmeras con los que uno se encuentra a lo largo del paseo hasta que éste rinde viaje al llegar a los ámbitos de la ciudad de Alicante, en la Playa de San Juan.
Ciertamente, cuando uno llega a la altura de ESTA PALMERA DE ABANICO, una
TRISTEZA le invade el alma. Con toda seguridad este espécimen que, al igual que sus hermanas, adquirió durante cinco lustros más o menos esa hermosura y esbeltez. Y digo que a lo largo de cinco lustros porque hace 55 años no existía como no existía ninguno de los otros especímenes que hoy crecen y lucen tipo en el mencionado paseo. Lo digo porque hace precisamente esa cantidad de años mi hermano mayor, médico él, me invitó a pasar unos días en la Residencia de Médicos, sita en San Juan y yo estuve en esa playa y, ese paseo no existía. Tampoco existía hace 29 años en que volví, también por este lugar, acompañando a Macario, un buen amigo que había comprado un piso en la urbanización Tarja I que, por entonces, estaba en construcción, por lo que deduzco que fue después de esa fecha cuando el Ilustrísimo Ayuntamiento del lugar procedió a construir un paseo a todo lo largo de la orilla del mar, además de otros servicios de comunicación, como el Tran y una carretera que unía, por la orilla del mar, a todo el larguísimo predio de El Campello que resultó ser una verdadera maravilla al formar una unidad con aquel de que dispone Alicante, la playa de San Juan, con el lugar Campellano del Rincón de la Zofra y que, en su totalidad, puede que sea de cinco kilómetros o más.
Este estupendo paseo es transitado por multitud de gentes que vienen a tomar el sol y a mover un poco las piernas y al hacerlo, mueve, también, el corazón.
Pues, sí, cuando, en tu pasear a la orilla del mar por ese paseo de fábula y andando, andando, llegas a un kilómetro, más o menos, del Rincón de la Zofra, te topas con lo que va quedando de ella, de la que fuera una hermosa obra de la naturaleza que fue esculpiendo el tiempo a lo largo de veinticinco años, LA PALMERA ABANICO con sus hojas caídas por falta de vida debido al ataque de que está siendo objeto por el Picudo Rojo. Y, ciertamente, da verdadera pena y, a uno, lo invade una gran TRISTEZA. Eso sí, albergo la esperanza de que la hilera de guapas hermanas que la preceden no les ocurra otro tanto.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
23.10.2025. Jueves. (C. 2.376).
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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