viernes, 15 de junio de 2018

Un Rincón


ESTAMPA CONVENTUAL.
UN RINCÓN.

No se había despertado el día con ganas de lucimiento pero eso no creaba ninguna inquietud en el claustro barroco del CONVENTO DE SAN JOSÉ. Creo firmemente en que aquellos entusiastas frailes que habían afrontado un proyecto para un futuro que sería grandioso, grandioso para Caudete y grandioso para Patrimonio de Castilla La Mancha que, aunque no se hace presente, como debiera, para tomar las riendas en un cuidado esmerado de esta joya del Barroco en La Mancha Baja, sí se preocupa de que los frailes actuales no «metamos la pata» con nuestra preocupación visceral por la defensa de la herencia que hemos recibido de nuestros mayores. Seguro que aquellos frailes carmelitas de finales del siglo XVII (1670) no se imaginarían a un rincón de su claustro, recién construido, de la guisa como le ves ahora. Sin modificar la estructura pero, sí, adecuándola a las necesidades que se iban presentando a lo largo del discurrir del tiempo para el desarrollo de la vida comunitaria de los frailes que irían poblando el CONVENTO.
Hoy, desde el claustro de arriba, cerrado a la intemperie del exterior, desde el alfeizar de una de sus ventanas, lo ves. Es una vista linda que nos da noticia a través de los distintos elementos que engrandecen y hacen vivible lo que fuera un desnudo monumento sobrio, aunque grandioso: LA FUENTE VIEJA, que, ocupando el centro mismo del CLAUSTRO, guarda su belleza oculta bajo una pátina pegada a ella con el paso del tiempo y, oxidada, nos habla de frailes paseando en torno de ella con el breviario haciendo oración o con la ayuda de un libro, hundiéndose en profunda meditación, nos habla de inviernos gélidos con carámbanos  como estiletes uniendo la cazuelita de arriba con el aljibe de abajo. Nos habla de veranos tórridos que suavizaban sus calores con el caer cantarín del agua en un constante fluír. Nos habla del revoloteo de las aves: gorriones, pardales, mirlos, tórtolas, palomas... que bajan como flechas o con vuelos pausados, según qué animal emplumado, desde un cielo, enmarcado por los tejados, hasta la misma taza de la fuente donde sacian su sed o se acicalan el plumaje con un baño reparador.
Nos hablan LOS CIPRESES, sí,  nos hablan de transcendencia, de escapada hacia lo alto, de que aquello que nos constriñe está llamado a ser superado. Nos hablan de otras realidades que siempre, siempre, serán nuevas, aquellas a las que Dios nos convoca. Nos hablan del cielo al que apuntan.

Nos habla ESE BROCAL de pozo, pieza fuera de lugar, con un cactus de la familia de los Horrorosus encima luciendo hermosura en su fealdad, un pozo que no es pozo, sino solo adorno porque permite respirar, para liberar humedades, a la cueva, que fuera despensa, porque guarda tinajas que, alguna vez, contuvieron líquidos o sólidos para sustento de los frailes y socorro de pobres y menesterosos, pero que cuenta también con algunos bancos donde, con toda seguridad, bajo tierra, lejos del mundanal ruido, sentarían sus reales los frailes para enfrascarse en la contemplación de los Novísimos: muerte, juicio, infierno y gloria.

Y, de hoy nos habla esa preciosidad de sencillez que encumbrada sobre el alfeizar de una ventana del claustro alto pone su nota sencillita, única, colorista y que con ser tan chiquita, da todo un aire nuevo, rejuveneciéndole, al vetusto CLAUSTRO DEL CONVENTO DE SAN JOSÉ. Has visto lo guapa que es LA FLOR DEL LILIUM que nos grita ¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

A los sones del «Chunda, chunda, chunda...», del HIMNO NACIONAL DE ESPAÑA va a buscarte mi saludo, mis

          ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
15, la niña bonita de junio, de 2018. P. Alfonso Herrera. O. C.

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