ESTAMPA CAUDETANA.
EL VIAJE. ACTO DE AMOR.
EL VIAJE. ACTO DE AMOR.
Foto: (Gentileza de Sofía)
Inesperada, inesperada, no del todo, porque estamos en el mes de marzo (el día 25 celebrábamos la ANUNCIACIÓN), el próximo mes es el de abril y el día 14 de ese mes es la Pascua la gran fiesta del pueblo judío que celebra la liberación de la esclavitud que padeció en Egipto doce siglos antes y que en el momento más crucial de aquel encierro, cuando estaba avocado, como sus parientes cercanos, los Hititas y otros pueblos semitas, a desaparecer, la intervención prodigiosa de Dios, hilvanando una sorprendente historia que comienza con la salvación de un niño hebreo recién nacido de las aguas del río Nilo por la hija del faraón y que concluirá con su muerte, 120 años después, en la misma ribera de otro río, esta vez, del Jordán, puerta para entrar en la tierra prometida, hasta donde había conducido al Pueblo de Dios.
Isabel, la mujer del sacerdote Zacarías, pariente de nuestra protagonista, la joven nazaretana María, sabía que, como cada año, por la Pascua, pasarían por su casa los parientes de Galilea cuando bajaran a alabar al Señor en el templo, en las fiestas de la Pascua y entonces se enterarían directamente de la bendición con la que Dios había alegrado aquella casa. Por lo que, con toda seguridad, Isabel, no esperaba que adelantaran la llegada de ninguno de sus parientes.
Pero, mira por dónde, un buen día, alguien picó en su puerta.
Una y otra vez y otra vez y otra más constantemente volvían a su cabeza aquellas palabras del arcángel Gabriel: "tu pariente Isabel, tú anciana pariente, está grávida, está de 6 meses la que llamaban estéril, porque, para Dios, nada hay imposible". Y, con toda seguridad nació en ELLA un deseo irrefrenable de subir hasta los montes de Judea, no muy lejos de Jerusalén, para echarle una mano a aquella pariente que se encontraba en una situación en la que toda ayuda sería poca por las circunstancias que concurrían en el caso. Dios, que en la persona su Hijo, estaba haciéndose Hombre, llenó a María de Sí Mismo, de AMOR y ese AMOR es el que la impulsa a volar en ayuda del necesitado. Y, también, ¿por qué no?, movida por un poquitín de curiosidad.
Así que, sin perder mucho tiempo le dijo a su madre:
"Mira, madre, el enviado del Señor me dijo que Isabel, la prima, estaba en el sexto mes de un embarazo en el que había intervenido Dios Bendito porque la mujer, además de ser estéril, estaba cuajadita de años. Así que he decidido adelantarme al viaje para celebrar la Pascua con el fin de ayudarle en el trance que se le avecina".
"Ni corta ni perezosa" hizo un hatillo con algunas cosas para su uso personal y se puso en camino para llegarse hasta Ain Karen, lugar donde vivía aquel matrimonio, a 120 klms. de Nazaret y a unos poquitos de Jerusalén.
No sé si con el hatillo en la mano, o antes de hacerle, María se acercaría al taller donde José, su comprometido, andaba trabajando, para ponerle en antecedentes acerca de la situación en la que se encontraba a requerimiento de Dios y que, ahora, se ponía en camino para prestar una ayuda necesaria a la esposa del pariente Zacarías, el sacerdote del templo de Jerusalén.
Lucas, el evangelista, nada nos dice acerca de este encuentro pero creo que, el bueno de José, sin haber convivido todavía con la esposa que le habían buscado sus padres, "quedaría de una pieza", más blanco que la pared de la carpintería y, como le ocurriera a la madre de su esposa, a Ana, ni una palabra saldría de su boca porque habría perdido el habla.
María dejaba en las manos de Dios la solución del problema que había traído Él al joven matrimonio que, todavía, no había echado a andar y que, no tardando mucho, iba a estar a la vista de todos con las terribles consecuencias que traía consigo según la Ley y la tradición judía y que no es otra que la que aplican, hoy día sus hermanos los Islamitas y que causa una gran repulsa en el mundo de hoy.
Aprovechando el paso de alguna comitiva que se dirigía a Jerusalén para la FIESTA DE LA PASCUA,
Inesperada, inesperada, no del todo, porque estamos en el mes de marzo (el día 25 celebrábamos la ANUNCIACIÓN), el próximo mes es el de abril y el día 14 de ese mes es la Pascua la gran fiesta del pueblo judío que celebra la liberación de la esclavitud que padeció en Egipto doce siglos antes y que en el momento más crucial de aquel encierro, cuando estaba avocado, como sus parientes cercanos, los Hititas y otros pueblos semitas, a desaparecer, la intervención prodigiosa de Dios, hilvanando una sorprendente historia que comienza con la salvación de un niño hebreo recién nacido de las aguas del río Nilo por la hija del faraón y que concluirá con su muerte, 120 años después, en la misma ribera de otro río, esta vez, del Jordán, puerta para entrar en la tierra prometida, hasta donde había conducido al Pueblo de Dios.
Isabel, la mujer del sacerdote Zacarías, pariente de nuestra protagonista, la joven nazaretana María, sabía que, como cada año, por la Pascua, pasarían por su casa los parientes de Galilea cuando bajaran a alabar al Señor en el templo, en las fiestas de la Pascua y entonces se enterarían directamente de la bendición con la que Dios había alegrado aquella casa. Por lo que, con toda seguridad, Isabel, no esperaba que adelantaran la llegada de ninguno de sus parientes.
Pero, mira por dónde, un buen día, alguien picó en su puerta.
Una y otra vez y otra vez y otra más constantemente volvían a su cabeza aquellas palabras del arcángel Gabriel: "tu pariente Isabel, tú anciana pariente, está grávida, está de 6 meses la que llamaban estéril, porque, para Dios, nada hay imposible". Y, con toda seguridad nació en ELLA un deseo irrefrenable de subir hasta los montes de Judea, no muy lejos de Jerusalén, para echarle una mano a aquella pariente que se encontraba en una situación en la que toda ayuda sería poca por las circunstancias que concurrían en el caso. Dios, que en la persona su Hijo, estaba haciéndose Hombre, llenó a María de Sí Mismo, de AMOR y ese AMOR es el que la impulsa a volar en ayuda del necesitado. Y, también, ¿por qué no?, movida por un poquitín de curiosidad.
Así que, sin perder mucho tiempo le dijo a su madre:
"Mira, madre, el enviado del Señor me dijo que Isabel, la prima, estaba en el sexto mes de un embarazo en el que había intervenido Dios Bendito porque la mujer, además de ser estéril, estaba cuajadita de años. Así que he decidido adelantarme al viaje para celebrar la Pascua con el fin de ayudarle en el trance que se le avecina".
"Ni corta ni perezosa" hizo un hatillo con algunas cosas para su uso personal y se puso en camino para llegarse hasta Ain Karen, lugar donde vivía aquel matrimonio, a 120 klms. de Nazaret y a unos poquitos de Jerusalén.
No sé si con el hatillo en la mano, o antes de hacerle, María se acercaría al taller donde José, su comprometido, andaba trabajando, para ponerle en antecedentes acerca de la situación en la que se encontraba a requerimiento de Dios y que, ahora, se ponía en camino para prestar una ayuda necesaria a la esposa del pariente Zacarías, el sacerdote del templo de Jerusalén.
Lucas, el evangelista, nada nos dice acerca de este encuentro pero creo que, el bueno de José, sin haber convivido todavía con la esposa que le habían buscado sus padres, "quedaría de una pieza", más blanco que la pared de la carpintería y, como le ocurriera a la madre de su esposa, a Ana, ni una palabra saldría de su boca porque habría perdido el habla.
María dejaba en las manos de Dios la solución del problema que había traído Él al joven matrimonio que, todavía, no había echado a andar y que, no tardando mucho, iba a estar a la vista de todos con las terribles consecuencias que traía consigo según la Ley y la tradición judía y que no es otra que la que aplican, hoy día sus hermanos los Islamitas y que causa una gran repulsa en el mundo de hoy.
Aprovechando el paso de alguna comitiva que se dirigía a Jerusalén para la FIESTA DE LA PASCUA,
María emprendería el camino con aquel grupo de peregrinos
para, en su compañía, hacer el viaje desde Nazaret a Jerusalén a donde no
llegaría porque Zacarías e Isabel vivían en un pueblecito poco antes de
llegar a la Ciudad Santa.
Llena de excitación, la joven María, cansadita del camino y con un deseo, no contenido, de encontrarse con su pariente Isabel, llamaba en la puerta de la casa del sacerdote Zacarías.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
9.5.2020. Sábado. Día 56 de confinamiento.
Llena de excitación, la joven María, cansadita del camino y con un deseo, no contenido, de encontrarse con su pariente Isabel, llamaba en la puerta de la casa del sacerdote Zacarías.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
9.5.2020. Sábado. Día 56 de confinamiento.
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.
Buenos días P. Alfonso . Preciosa manera de contarnos como la Virgen Maria está preparando ese largo viaje para visitar a su prima Isabel . Al leerlo parece que estemos viviéndolo tal como usted lo explica .
ResponderEliminarLa foto que acompaña el relato muy bonita .
Ya estamos sábado y acabamos otra semana mas en estado de alarma . Seguiremos teniendo paciencia y pediremos porque esto acabe .
Que pasemos un buen día .
Foto y relato no les cabe más gracia.Unos buenos días magníficos.
ResponderEliminarTambién para ti,Padre Alfonso.
Buenos días P Alfonso, la historia de la Virgen siempre que la leo me parece maravillosa y conforme usted la explica te metes en su vida, ,la foto que manda hoy una flor muy bonita yo no la conocia,,feliz sabado y a seguir en casa,,,
ResponderEliminarMuy buenos días , P.Alfonso buen relato para saludarnos ésta mañana, así poder hacer ese recorrido , que usted también nos describe. Que tenga un feliz sábado ,
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