Flor de Kaqui

ESTAMPA CAUDETANA.
FLOR DE KAQUI.

Crece en el corralón del convento de San José del Carmen un solo árbol caqui. Desde que empezó a cambiar a bueno el tiempo y el caqui se fue vistiendo  con el mejor de sus vestidos de color verde  clarito, vengo tratando de ver cómo florece, como me tiene acostumbrado de otros años, pero siempre me quedaba con las ganas. Este año, parece que van a brillar por su ausencia la ingente cantidad de ellas con las que suele adornarse cada año. He tenido que esperar bastante tiempo hasta dar con alguna flor, con tres, para ser más exacto, dos de las cuales te muestro en las fotografías: una, a punto de abrirse y otra, abierta de par en par.
Aprovechando que Paco, el Molinero, pasó por casa le dije:
- Oye, Paco, el Kaqui no ha florecido todavía ¿a qué se puede deber?
- No sé, ya he visto otros casos y con la retranca de la que todo caudetano toma la que quiera fue y me dijo: "año bisiesto la paja, en un cesto y de patatas, un saco", como queriéndome decir que el año bisiesto no suele portarse bien con el campo.  Pero, también me dijo que "si echa el resto... ya puedes hacer acopio de sacos y cestos"
Espero que el kaqui del corralón ECHE EL RESTO y podamos disfrutar de tantos frutos como nos tiene acostumbrados.
Las flores del kaqui se caracterizan por ser del mismo color de las hojas tiernas,  nuevas, un verde clarito brillante que luego se cierran sobre si mismas para guardar, celosamente, el fruto incipiente llamado a crecer a lo largo de todo el verano para ofrecérsenos, muy gustosos, cuando el frío campe por estos pagos de la Real Villa de Caudete.
Este tiempo de atrás se llegó al convento Paco, el Molinero. traía en su coche unos cuantos capazos y un saquico de palomina para que les prepare yo, mezclándola con tierra y el abono resultante de pudrir las hojas caídas en el otoño, un suculento "plato" a las plantas del corralón y a las que ponen su punto verde y florido en alfeizares y en arcadas de los claustros alto y bajo, intramuros del convento. En Paco he encontrado un gran colaborador,  no solo en los decires típicos del pueblo y en los hechos que ya son historia de la Real villa, sino  en el cómo debo proceder para atender y cuidar cada uno de los árboles que crecen contentos en el corralón del convento de San José. Sí, hasta en eso es un gran colaborador. Cuando goza de un poco tiempo, cosa que es "rara avis", porque siempre anda correteando de un lado a otro podando planta que se ponga al alcance de sus tijeras y sierras ya sea en las fincas almanseñas, ya sea en las de Yecla o Villena, ya sea en las tierras de estos predios caudetanos.  Siempre  con la lengua fuera, como su perro Lolo, para atender a todo aquel que reclama su buen hacer en el podar los árboles y cepas o eliminando plagas, preparándolos para que den una cosecha excelente. Pues, en esos ratitos, entre su constante ir y venir de finca a casa y de casa a fincas, también encuentra un ratico para echar un vistazo a la foresta  del corralón y descubrir posibles parásitos que nada bueno aportan al desarrollo de las plantas y, claro, ponerle el remedio oportuno, de modo y manera que luzcan guapas y den sus frutos.
Pues, sí, ayer me trajo unos capazos de palomina. Al parecer no quiere que me aburra y, por ello, me da trabajo porque a la palomina hay que "matarla" para que ella no se lleve por delante a las Plantas. Hace muchos años, en Ocaña, al otro lado de La Mancha, vivía, un labrador de apellido Caro, muy amigo de mi hermano que, por entonces ejercía de médico del lugar, y ya me decía este labrador que, a sus viñas, tenía miles de cepas en sus tierras, cuando las despuntaba les ponía tres, solo tres,  cagaditas de paloma y con ellas tenía, la vid, suficiente. Yo, ya te cuento, las "mato" mezclándola con tierra  y detritus y alguna bacteria que se encarga de quitarles "la malicia" y así, no me hacen estragos.

Recibe mi saludo, mis

      ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
12.5.2020. Martes. Día 59 de confinamiento.

P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.