ESTAMPA CAUDETANA.
LA MADRE Y EL HIJO
Y, ¡Oh, maravilla!, sabe hacer las cosas bien, claro, es Dios, y no lo hace
directamente, para no meternos miedo, lo hace a través de ELLA, de su Madre de
la que nos dio a nosotros por MADRE y ¿Quién no se acerca a la casa de LA
MADRE? Hasta allí se acerca cualquier hijo que esté en sus perfectos cabales y,
en llegando, ¡Zas! Se encuentra con el HERMANO JESÚS SACRAMENTADO que está de
plática con LA MADRE.
Cuando yo llegué a la vuelta de dejar a un fraile en la estación del Ave,
salían seis peregrinos y digo peregrinos, porque no me daban a mí el aire de
ser villanos de Caudete. Habían encendido todas las luces y, cuando entré, daba
gusto ver tanto brillo, tanto lustre, tanta luminosidad, en la casa de LA
MADRE.
Una mujer, como aquel publicano del Evangelio, rezaba en la parte de atrás ante
CRISTO EN LA CRUZ. Otra mujer, ésta joven, con atuendo de deportista, les decía
cosas en el silencio de su mismidad a ELLOS, a LA MADRE Y AL HIJO. Luego, se
fue en busca del sendero para reemprender su marcha de atleta.
A poco entró un hombre provecto, bien acicalado, seguro que satisfaciendo el
mandato del médico que le prescribiera paseo y paseo o, acaso, fue su señora la
que le abrió la puerta de casa y de dijo,:
"anda vete a dar una vuelta al Santuario y dile algo bonito a la Virgen
mientras yo pongo orden en la casa"
Y, así, aprovechando que el sol no se había puesto a repartir rayos más que
templados, se llegó hasta el Santuario, se llegó a estar con ELLOS.
De rodillas, un par de bancos delante de mí, rezaba con los ojos puestos
en ELLA y en ÉL, en EL HERMANO que permanece en el sagrario.
En esto estábamos cuando una mujer entró y, en silencio, pian, pian, se fue a
las traseras del templo y, desde allí, rezaba.
Pilar, cuando salía del templo, me saludó y, muy contenta, algo me dijo sobre
un trabajo que había encontrado su hija en Jumilla.
Poco después un anciano con garrota en mano y el brazo de una hija, nieta o
asistenta, que no llegué a saberlo, entraban con dificultad en el Santuario:
"Ten cuidado, le decía ella al buen anciano, que si me caigo yo, los dos,
al suelo vamos".
Detrás de ellos, dos ciclistas guardaban, entre sí, las distancias prescritas
por la normativa sanitaria, cada uno en un extremo del mismo banco.
Fuera unos cernícalos chillaban, más que piaban. Yo creo que eran crías, por
cómo lo hacían, pidiendo a sus padres algo para acallar los gritos de un buche
vacío.
Luego me tocó a mí despedirme y les dije a los dos, al HIJO Y A LA MADRE, que
me esperaban el rastrillo y la pala en el corralón del convento de San José (El
Carmen).
Cuando salí, allí, con ELLOS quedaban el anciano, su garrota y la mujer cirinea
que le acompañaba.
Y, ELLOS, EL HIJO Y LA MADRE, quedaban, también, a la espera, siempre a la
espera, de los hijos y hermanos que habitan en la Villa para reconfortarlos y
para indicarles el NORTE y el camino cierto para llegar a él.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
29.7.2020. miércoles. (C. 973)
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.
Muy buenos días , P.Alfonso, Nuestra MADRE la VIRGEN de GRACIA , siempre nos espera en su Santuario todos los días , quiere que le hagamos presente nuestras preocupaciones para que interceda por nosotros a su HIJO allí a sus pies en el SAGRARIO. Es un consuelo muy grande, poder hacer esta visita. Que tenga un buen día.
ResponderEliminarBuenos dias P. Alfonso. La virgen siempre guapa esperando la visita de todos . Sea verano o invierno ella mantiene sus puertas y sus brazos abiertos para escucharnos y acogernos . Es nuestra madre protectora. Buen día tengamos todos.
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