ESTAMPA CAUDETANA.
EL AZAHAR.
Si te pasas por la plaza de El Carmen de esta Real Villa de Caudete y te da por
levantar la vista del suelo o, en su caso, de la horizontal que sale disparada
desde las niñas de tus ojos y miras un poco hacia arriba, allí por donde se ausenta
el sol de la plaza, vas a toparte con tres hermosos naranjos ornamentales. Los
vas a ver guapos, pujantes, saliendo de sí mismos a través de unos brotes que
te hablarán de la fuerza, de la viveza que tienen en estos primeros días de
primavera en los que va poniendo el sol su calorcico y, éste, con su caricia
cariñosa, los ha despertado y, ellos, agradecidos, nos muestran el arte que
tienen autopintándose con un color verde nuevecito que, por serlo, ilumina sus
copas y alegra a las niñas de aquellos que les dedican un ratito.
En mis tiempos jóvenes, aquellos en los que me empleaba, a fondo, con las
distintas teorías y escuelas filosóficas y sus inspiradores, tuve la suerte de
disfrutar de la fragancia que lo llenaba todo en aquella villa de Onda de Castellón.
En mitad de un mar de naranjos se levanta el santuario de la Virgen de la
Esperanza (los Auroros de Caudete tienen aquella imagen de la Esperanza, en su
estandarte que, seguramente, la trajo algún fraile carmelita venido desde
allá). En este santuario teníamos los carmelitas el centro de estudios donde
cursábamos los tres años de Filosofía.
Pues bien, cuando concluí aquella etapa de mi formación, se vino conmigo,
pegado a mis papilas olfativas, el olor característico de las primaveras de
aquellos pagos. Sí, se vino conmigo la fragancia que dejaban salir las flores
de los miles y miles de naranjos que tapizaban aquellas tierras a este lado de
la sierra del Espadán, a los pies de un montículo al que se le conoce con el
nombre de Montí. Se vino conmigo EL HAZAHAR.
Cuando descubrí ayer por la tarde los botones blancos que tachonaban las copas
de los tres naranjos de la plaza de El Carmen, me acerqué a ellos con la
esperanza de aspirar, nuevamente, esa fragancia que guardo como muy grato, en
mi vida. No pude. No fue posible, porque los capullicos, salvo uno, se
encontraban cerradicos, pero quedo a la espera de que se abran, al alimón, e
inunden, con su suave fragancia, el ámbito de la plaza. Pienso que están a la
espera de que se vayan de una vez los fríos que han vuelto por estos barrios.
Solo una, una flor solo, encontré en uno de los tres naranjos y me la traje en
el telefonillo para que hoy te lleve, envuelto en su fragancia, mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
14.4.2021. Miércoles. (C.1.230)
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.
Muy buenos días, P. Alfonso, como buen observador busco y busco hasta encontrar esa florecilla de azahar que hoy nos presenta , en su relato de buenos días, no tardarán ya muchos días en que podamos disfrutar de todas sus flores en plenitud. Que tenga un buen día.
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