ESTAMPA CAUDETANA.
EL SUPERMÁN.
Ya había bajado yo de la tercera planta del hospital de Almansa, ayer por la
tarde, dónde había permanecido por espacio de una hora, más o menos. Acudí
allí para una cita médica de revisión solicitada por mi doctora de cabecera en
el mes de marzo pasado para el departamento de cardiología del hospital. Unos
días antes me había llegado una carta notificándome cita para el día de ayer a
las 15 horas ¡a las 15 horas!
El aparcamiento del hospital de Almansa, a aquella hora, reverberaba columnitas
de fuego que subían desde el asfalto en busca de perderse en todo lo alto de la
vertical del hospital.
Agradecí enormemente pasar por las puertas giratorias del establecimiento
sanitario porque allí reinaba un ambiente fantástico creado por el artificio
del ser humano y, la verdad, se estaba muy bien. Ese invento te mete el
frío a través de rejillas que permiten su salida a salones, pasillos, salas de
espera y consultas médicas.
Esa cita debería haberse llevado a efecto el día 9 de mayo de 2020 en el
Hospital Carlos III de Madrid donde venían siguiéndome el caminar de mi corazón
desde aquel día, 3 de junio del año 2001, en que padecí un infarto agudo de
miocardio, pero la normativa impuesta por el establecimiento entre nosotros de
la pandemia traída por el Covid-19 impidió mi cita presencial con mi cardiólogo
particular madrileño que, para colmo, estuvo a punto de emprender el viaje sin
vuelta porque, al pobre hombre, le pescó, según noticias que me llegaron a
través de una administrativa del centro, el bichito chino y estuvo a punto de
dejarnos en plena juventud puesto que no hacía mucho tiempo qué había celebrado
su cuadragésimo cumpleaños.
Tras la cristalera diáfana de la sala de información del hospital de Almansa,
todo estaba en calma, ninguna de las profesionales administrativas se
encontraba allí. Habían apagado la luz. Se habían ido. Pero si dentro del
local, al otro lado de la cristalera, todo permanecía a oscuras, en su parte
externa, iluminada por la luz del vestíbulo, lucía tipito SUPERMÁN. Y,
claro, SUPERMÁN siempre llama la atención y a mí me la llamó tanto, tanto, que,
al verle, empezaron a afluir a mi cabeza las letras que voy escribiéndote y,
con un movimiento «primo primi», que se dice en moral, salió de mi bolsillo el
telefonillo y el bueno de SUPERMAN, que estaba pegado al cristal de la sala de
información del hospital, se vino conmigo y, ahí le tienes, abriendo mi escrito
de hoy.
Me gustó la simpática imagen del SANITARIO del hospital que mima entre sus
brazos a la ciudad de Almansa simbolizada en su castillo. Y, allí, acunado por
los brazos amables de los sanitarios, esos SUPERMANES, escuchan la voz cercana
y cariñosa que les dice:
« ¡ÁNIMO, ALMANSA, TODO IRÁ BIEN!»
Ya, camino de vuelta al coche, estando a punto de derretirse mis sesos por la
acción rotunda y contundente de los rayos de un sol que se estaba pasando un
montón de pueblos, vino a mi memoria otro SUPERMÁN con el que me había dado de
bruces en noviembre pasado en el vestíbulo de otro hospital, el General de La
Paz de Madrid, la última vez que estuve allí.
Allí estaba con el ato de cirujano, recién salido del quirófano, para tomar un
poco de aire tras muchas, muchas, horas de trabajo, bajo unos potentes focos
que concentraban su luz sobre sus dedos mientras manejaban diestramente el
bisturí. Desde sus sienes, se descolgaban hilitos acuosos que limpiaban con
gasas, diligentemente, atentas enfermeras. Sí, el SUPERMÁN MADRILEÑO, estaba,
el pobre, tomando un poco de árnica en el vestíbulo del Hospital de La Paz.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
17.8.2021. Martes. (C. 1.341)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Muy buenos días, P. Alfonso, sí, son unos Superman todo el gremio de enfermería, desde el enfermero que tan gracioso representa a Almansa donde también nos encontramos reflejados los Caudetanos y el cirujano de Madrid , yo creo que sí son héroes todos , también sin olvidar a las personas de la limpieza, que con la que nos sigue cayendo , esté todo apuntó un ¡ Hurra por todo!!! Que el Señor los cuide y pueda volver todo a la normalidad porque echamos mucho de menos las vistas presenciales. Usted siga cuidándose mucho y si el horario de la cita es un poco rara no hay más remedio que acudir , que pase un buen día.
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