ESTAMPA CAUDETANA.
NO ES NI OFERTA NI ANUNCIO, ES AGUA BENDECIDA
En este convento de San José tenemos repartidas las ocupaciones y los
quehaceres entre los moradores del mismo. La iglesia del convento está en las
manos de Fray Paco Marín, él es el que se encarga de todos los asuntos del
culto y también de abrir y cerrar la puerta cada mañana de cada día en el
horario de 10,00 a 13,00 horas, para favorecer el encuentro del fiel caudetano
con el Señor Sacramentado en la capilla de la Comunión o con la Virgen, Nuestra
Madre del Monte Carmelo que, desde su camarín, contempla a sus hijos que entran
hacerle una visita a lo largo de la mañana o, simplemente, para postrarse
durante unos momentos de encuentro con Cristo crucificado ante su imagen de la
Salud en su capillica del fondo de la nave de la derecha, allí donde la Iglesia
se abre a la Real Villa de Caudete, a través la Plaza del Carmen.
Ayer no lo hizo Fray Paco, ayer me tocó a mí hacer las veces de encargado
porque él había «tomado las de Villadiego» para pasar unos días de asueto
vacacional fuera del predio caudetano al tiempo que sale huyendo de los calores
que nos están derritiendo hasta las mantecas más solidificadas y pegadas a los
órganos en los interiores de uno.
Así que, mientras el calabacín hacía muy buenas migas (la señora que nos hace
la comida también había puesto “sus pies en polvorosa” para disfrutar de 20
días de vacaciones), animado por la llama de uno de los fuegos de la cocina,
con los ajos, la cebolla, el puerro gordo y blanquito y queso de la búfala,
alegrados, todos ellos, por el vinillo blanco de la cooperativa del Campo San
Isidro del lugar, me dirigí a abrir de par en par las puertas de la iglesia
conventual.
Allí estaban. Eran ocho, pero habían sido muchas más, diez veces seis, SESENTA,
las botellas de1,5 lts. que el pasado día 7 de los corrientes habían sido
bendecidas por este servidor dentro de la liturgia con la que rememorábamos a
San Alberto de Sicilia, el primero de los santos de la Orden del Carmen y, por
serlo, siempre fue tenido como uno de los Padres de la misma.
Es tradición del Carmelo que se bendiga, tal día, el agua que recibe, así, el
nombre del AGUA DE SAN ALBERTO. Este agua bendecida tiene, para el que la
emplea con fe, propiedades curativas, principalmente para las fiebres, en
general, y tifoideas, en particular. El origen de esta práctica se remonta a la
vida del Santo y, más concretamente, a la pretensión otomana de conquistar
Europa (S.XIII). Cuando aquellos aguerridos conquistadores llegaron a Sicilia y
dispusieron sus barcos en la bocana del puerto de Mesina, la capital,
para impedir todo suministro de víveres por mar y así rendir por hambre a la
población y, por tierra, sus infantes hacían lo mismo emponzoñando los veneros
de los que se surtía la ciudad, el fraile carmelita P. Alberto, hombre de
Dios, providencial donde los hubiere, hizo posible, con el favor de Dios, que
barcos cargados de víveres burlaran el asedio por mar y, con su bendición,
liberaba del veneno a las aguas emponzoñadas por los enemigos. Fue el salvador,
así lo vio el pueblo sencillo que le tomó como el gran protector y defensor de
la ciudad y de la isla siciliana entera, del enemigo islamita que pretendía
subyugarla y que, a su muerte, le proclamara «SANTO SÚBITO» sin esperar a que
Roma lo sancionara. Luego, el día del entierro, la liturgia no iba a ser de difuntos,
como pretendían los hermanos de Comunidad de Frailes Carmelitas y la autoridad
religiosa de la isla porque, bajo la cúpula de la iglesia, aparecieron ángeles
cantando LA MISA DE GLORIA respaldando, de plano, la aclamación popular.
Ese es el origen, y no otro, de esta práctica que viene haciéndose en muchos
conventos de la Orden del Carmen.
Aquí, en este convento de San José, en esta Real Villa de Caudete, ha conocido
la liturgia tiempos mejores. Los fieles se reunían en torno a la fuente del
claustro bajo del convento, el de la columnata Barroco Toscana, donde
tenía lugar la bendición y el aprovisionamiento de agua por parte de los
asistentes y, concluido el rito, se procesionaba hasta la iglesia donde se
continuaba la Eucaristía.
Hoy, en día, ya no se procede con tanto boato y parafernalia.
Los tiempos cambian y se modifican las costumbres y, así, no hace mucho tiempo,
a un prior se le ocurrió higienizar la bendición y surgió una nueva manera de
hacerlo, BENDECIR BOTELLAS de 1,5 ltrs. DE AGUA perfectamente cerradas.
Así que nada de ANUNCIO NI OFERTA DE AGUA.
Esas ocho botellas son las que sobraron, las que no se llevaron los fieles
asistentes a la FIESTA DE SAN ALBERTO DE TRÁPANI (también se le conoce
así) en la que fueron BENDECIDAS y que permanecen en la Sacristía de la iglesia
conventual para el caso de que alguna persona devota las solicite.
¿Quieres una? ¡Todavía contamos con OCHO!
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
18.8.2021. Miércoles. (C. 1.342)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Muy buenos días , P.Alfonso, buena es la oferta que hoy nos hace del agua bendecida de San Alberto , y darnos a conocer su historia tan interesante. Que tenga un buen día.
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