FLOR DE LA PASIÓN
Volví a la ermita de la Virgen del Carmen, como hice el
sábado pasado, para la celebración de la Eucaristía. En la ermita solamente se
celebra la Eucaristía dos veces por semana, la víspera del domingo y el
mismo domingo, ambas fijadas a las
diecinueve treinta horas.
La distancia que media desde la residencia de mis primos, en
la que disfruto mis vacaciones, hasta la ermita supera los dos kilómetros, cosa
que me ofrece la posibilidad de hacer un buen paseo, un paseo estupendo, con un
descanso de tres cuartos de hora que es lo que viene tardando la celebración
festiva de la Eucaristía. Unos cinco kilómetros entre ida y vuelta. Dicho paseo,
como el que realizo a diario por el Paseo de Pescadores me viene muy bien y me
sienta estupendamente, a pesar de que mi pierna derecha se queje. Pero
"¿quién dijo miedo habiendo hospitales y cementerios?", que afirma el
dicho.
El trayecto no es un camino aburrido ni solitario pues, estando, como estamos, finalizando el mes de
octubre, en la villa marinera de El Campello se da cita, todavía, mucha gente
venida de diversos países, principalmente del norte de Europa, aunque no faltan
personas con los ojos rasgados que nos hablan de países orientales. También se
oye hablar con fonemas eslavos y rusos y, con todos ellos, se cruza uno por el
camino ya sea en la ida, por el Paseo de la Mar o de Pescadores o, durante la
vuelta por la Avda. de San Bartolomé. Incluso, a algunos, me permito el lujo de
saludarlos en su propio idioma, como es el caso de aquellas gentes venidas
desde Alemania u Holanda, iniciativa que los agrada. Lo que nos permite afirmar
que esta villa de Campello viene a ser una especie un remedo de aquella Torre
de Babel de la que nos ha llegado noticias a través del Libro Sagrado, de la
Biblia y, cuyo relato nos sirve para
explicar la existencia de la gran cantidad de lenguas que se hablan en el
mundo y que son vehículos de comunicación y entendimiento entre las gentes de
distintos lugares del planeta.
La Biblia nos dice que los descendientes de Noé pensando en
la situación por la que atravesaron sus antepasados y de la que se salvaron
unos pocos, echaban la culpa al mal
comportamiento de los seres humanos que tuvo que ser malo, malo, muy malo, de
verdad, porque hasta acusaron a Dios de abrir los aljibes del cielo y dejar
caer sobre toda la tierra, para castigarlos, una ingente cantidad de agua que
acabó con mucho de lo que hasta entonces había venido existiendo y que,
viendo los daños causados por aquel
diluvio se comprometió Dios con Noé, su mujer, sus hijos y las mujeres de sus
hijos, a no volver a permitir semejante hecatombe y como signo de ese compromiso,
situó Dios, en lo alto del cielo, el arco iris. Pero, con el tiempo, los seres
humanos descendientes de Noé quisieron echar un pulso a Dios y se pusieron a
edificar una torre muy alta, que llegara más arriba de las nubes para, en el
caso de que volviera a acontecer tamaño destrozo, pudieran salvarse. Pero,
Dios, lejos de mandarlos una gran dana como la anterior, se le ocurrió
confundirlos la lengua y, al no entenderse los unos con los otros, dejaron
inconclusa la torre. Reunidos en grupos o familias, aquellos que se entendían
en una lengua determinada, emprendieron camino, cada uno de los grupos,
siguiendo los cuatro puntos cardinales o las indicaciones de la rosa de los vientos. Y así se pobló la tierra entera.
En mi caminar no solo me fijo y cambio saludos con quienes
me cruzo, mostrando que soy una persona educada y gentil, sino que me voy
fijando en todo aquello que acontece a mi alrededor. Ayer, por ejemplo, me
apercibí de que el jardinero de la urbanización Cabo Mar, con esta urbanización
se inicia la Avenida de Jaime I de Aragón, el Conqueridor (Conquistador), se
había "cargado" la planta trepadora llamada científicamente con el
nombre de PASSIFLORA CAERULEA y, por su origen guaraní, MBACUYÁ o, familiarmente FLOR DE LA PASIÓN. Toda la
maraña permanecía a este lado de la valla metálica de separación, sobre un
peralte donde tratan de tirar para adelante otras plantas tapizantes que habían
sufrido un castigo semejante con anterioridad.
Entre tanta confusión me llamó poderosamente la atención una
de sus flores que permanecía mirando hacia arriba, todavía fresca y lozana,
como pidiendo árnica, auxilio, ante los momentos terribles que se le
avecinaban, abocada a su fenecer.
De mi bolsillo salió volando el telefonillo y, rápidamente,
la fijé en una fotografía que ahora mismo pongo para tu disfrute al contemplarla.
Muchas, muchas, fueron las ganas que me dieron de recoger
los despojos de la MBACUYÁ para tratar de sacarla adelante en mi casa, pero no
llevaba bolsa y, además, era un montón muy grande de ramas. Así que, allí se
quedó la planta y, con ella, se quedó su FLOR DE LA PASIÓN, a la espera de
morir por inanición.
Ella, hecha un primor para recibir de cara a la muerte, te
lleva, antes de ajarse, mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
22.10.2023. Sábado. (1.704)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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