LOS SURFERS
Los fuertes vientos que se enseñorearon, en el día de ayer,
por todo el sur de España causando, según se nos informó en la televisión,
destrozos notables en Cádiz y otros lugares de por allí abajo, se llegaron
hasta la costa de Alicante, aunque hay que reconocer que lo hacían como si vivieran
de paseo comparado con la fuerza y el empuje que tenían por el sur de la
península.
Esos aprendices de viento hicieron que la mar, frente a
Torres Bañadas y a la costa del Campello, San Juan y Alicante que, hasta
entonces, venía siendo como una especie de plato de sopa, según el decir
comúnmente utilizado para indicar que el mar está tranquilo, se encresparon un
tanto, se alzaron hasta una cierta altura, tampoco mucha, y adornara la cresta
de sus olas con una serie de burbujas que venían a ser como largas cofias
blancas hasta que se desvanecían rindiendo pleitesía a las arenas de la playa.
Eso fue lo que motivó a cinco amigos de los deportes de la
mar para vestirse sus trajes de neopreno, cargar con sus tablas de surf,
también con una vela y lanzarse por
caminos habilitados y señalados con boyas, hacia allí donde las olas se
levantaban oteando el horizonte, para jugar con ellas surfeando por encima y
por los costados de las ondulaciones provocadas por el aire que venía soplando,
costa arriba, desde el estrecho de Gibraltar
Ya te he dicho que la fuerza del aire no era muy fuerte
pero, de cuando en cuando, se hacía notar y abatía las velas de las tablas de
surf y con ellas echaba abajo a los surfers, de modo y manera que tenían que
tirar de la cuerda con el fin de atraer las tablas que el agua había llevado
lejos, y, así, volver a subirse en
ellas. Ciertamente, el surf es un deporte que exige agilidad, fuerza y destreza
para poder practicarlo y, a fe, que aquellos cinco deportistas lo eran y no se
arredraban y cada vez que el aire echaba a alguno abajo de la tabla, hundiéndolo en el mar, él,
volvía a subir sobre ella y, enderezado, volvía por sus fueros, y, como si no
hubiera pasado nada, continuaba jugando allá lejos, donde las olas no se
desploman desapareciendo tumbadas sobre la arena.
Ayer por la tarde, cuando caminaba por el paseo del musell
de El Campello estuve entreteniéndome contemplando los ires, venires y piruetas
que hacían aquellos cinco valientes que se lanzaron a pasarlo bien sobre las
olas, no muy grandes, con las que rizaba la superficie del mar campellano, un
airecillo venido del sur, de Andalucía.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
23.10.2023. Lunes. (1.705)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario