lunes, 23 de octubre de 2023

Los Surfers.

LOS SURFERS

Los fuertes vientos que se enseñorearon, en el día de ayer, por todo el sur de España causando, según se nos informó en la televisión, destrozos notables en Cádiz y otros lugares de por allí abajo, se llegaron hasta la costa de Alicante, aunque hay que reconocer que lo hacían como si vivieran de paseo comparado con la fuerza y el empuje que tenían por el sur de la península.

Esos aprendices de viento hicieron que la mar, frente a Torres Bañadas y a la costa del Campello, San Juan y Alicante que, hasta entonces, venía siendo como una especie de plato de sopa, según el decir comúnmente utilizado para indicar que el mar está tranquilo, se encresparon un tanto, se alzaron hasta una cierta altura, tampoco mucha, y adornara la cresta de sus olas con una serie de burbujas que venían a ser como largas cofias blancas hasta que se desvanecían rindiendo pleitesía a las arenas de la playa.

Eso fue lo que motivó a cinco amigos de los deportes de la mar para vestirse sus trajes de neopreno, cargar con sus tablas de surf, también con una vela y lanzarse por  caminos habilitados y señalados con boyas, hacia allí donde las olas se levantaban oteando el horizonte, para jugar con ellas surfeando por encima y por los costados de las ondulaciones provocadas por el aire que venía soplando, costa arriba, desde el estrecho de Gibraltar

Ya te he dicho que la fuerza del aire no era muy fuerte pero, de cuando en cuando, se hacía notar y abatía las velas de las tablas de surf y con ellas echaba abajo a los surfers, de modo y manera que tenían que tirar de la cuerda con el fin de atraer las tablas que el agua había llevado lejos, y, así,  volver a subirse en ellas. Ciertamente, el surf es un deporte que exige agilidad, fuerza y destreza para poder practicarlo y, a fe, que aquellos cinco deportistas lo eran y no se arredraban y cada vez que el aire echaba a alguno  abajo de la tabla, hundiéndolo en el mar, él, volvía a subir sobre ella y, enderezado, volvía por sus fueros, y, como si no hubiera pasado nada, continuaba jugando allá lejos, donde las olas no se desploman desapareciendo tumbadas sobre la arena.

Ayer por la tarde, cuando caminaba por el paseo del musell de El Campello estuve entreteniéndome contemplando los ires, venires y piruetas que hacían aquellos cinco valientes que se lanzaron a pasarlo bien sobre las olas, no muy grandes, con las que rizaba la superficie del mar campellano, un airecillo venido del sur, de Andalucía.

Recibe mi saludo, mis

 ¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

23.10.2023. Lunes. (1.705)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.


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