LA GARCETA BLANCA.
No, no volví a la zona inundable de la desembocadura del río Monnegre o Seco, que dicen en el lugar, como hiciera el otro día. Con una vez, basta.
Mi encuentro con el ave blanca, tan blanca, como blanco es el armiño, tuvo lugar en la tarde de ayer cuando pasaba por el puente sobre el río.
Una serie de graznidos subieron desde entre el cañaveral que crece selváticamente en todo el cauce del río.
No tenía prisa así que me detuve a la espera de descubrir al pájaro que los producía cuando levantara el vuelo o cuando saliera a algún claro o a un hilo de agua.
No tuve que esperar mucho porque, al parecer, estaba cebándose e iba de un lado a otro limpiando de insectos y de batracios el cauce.
Solo me concedió un momento, solo uno, y lo aproveché para "cazar" a una preciosa GARCETA BLANCA y meterla en la cámara oscura de mi telefonillo porque, al percatarse de mis intenciones, que ella intuiría como malignas, desplegó sus alas y se dirigió velozmente río arriba, poniendo distancia entre los dos.
Mientras se alejaba pude volver a cazarla en pleno vuelo.
Mientras, di en pensar que, estas aves salvajes, tienen el instinto de conservación muy fino y desarrollado y al comprender que si uno no es comestible para ellas, ellas sí lo podrían ser para uno, razón por la cual puso a funcionar todos sus resortes y levantó el vuelo marchando a buscar otro lugar más seguro.
El telefonillo volvió a la oscuridad de mi bolsillo y, yo, seguí dando mi paseo vespertino con dirección al paseo de La Mar o de Pescadores de la villa.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
24.10.2023. Martes. (1.706)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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