miércoles, 31 de enero de 2024

Los extremos se tocan.

ESTAMPA CAUDETANA.

LOS EXTREMOS SE TOCAN.

Era media mañana cuando salí de casa para presentar mis actividades realizadas.

A principios de mes, mi médico de cabecera, me impuso unas actividades para todo el mes y, con ellas, dentro de una carpeta, me desplacé dando un paseo, hasta el centro de salud. Abrigaba la esperanza de que pudiera comentar con ella, mi médico es mujer, las actividades realizadas para recibir las indicaciones pertinentes. Vana  pretensión porque no había hueco alguno ni hoy ni mañana, me recibirá pasado mañana, jueves, poco antes de que se eche el cerrojo al centro.

"LOS EXTREMOS SE TOCAN", afirma el dicho y qué verdad encierra porque lo he experimentado en mí mismo. Mientras bajaba al Centro de Salud con los folios de las actividades realizadas, según se me había mandado, yo soy una persona obediente, volví a mis añitos de estudiante en las escuelas "devilla", (decíamos) de la Villa de Oropesa.  Y me vi allí, en clase, sentadico en la segunda o en la primera mesa porque el maestro, que Dios lo tenga consigo, Don José Failde, un gallego que se dejó caer, por oposición, en mi pueblo con Doña Rosa, su esposa, también maestra, y una hija, aplicaba la pedagogía del merecimiento y los chicos que estábamos más al tanto de la Enciclopedia Álvarez, subíamos puestos hasta llegar delante de su mesa que era el lugar de los más atentos a sus explicaciones y, por ende, más identificados con aquella joya que teníamos por libro de texto (creo que todavía la conservo en alguna de las cajas).

Cuando salíamos de clase en nuestro "cabás" llevábamos aquella pizarra enmarcada en listones de madera, con los deberes escritos en ella, deberes que debíamos realizar en casa para presentar al día siguiente.  

Después de dar buena cuenta de la merienda que ya tenía preparada mi madre, sentados a la mesa del comedor, éste se llenaba con aquel sonido, nunca apeado de mi memoria, que producía el pizarrín al ir dejando resueltas en blanco impoluto que dejaba el pizarrín, sobre la negra superficie de la pizarra, las respuestas a las cuestiones planteadas por Don José.

Al día siguiente, a las nueve horas, después de haber salvado, paso a paso, uno detras de otro, el kilómetro que distaba nuestra casa de las escuelas de la Villa, situadas extramuros de la muralla medieval que antaño encerrara toda la Villa. Entrábamos en fila al aula y después de cantar el "Cara al sol" y de hacer una oración, enseguida aparecían las pizarras sobre las mesas y el maestro, todo bondad, (no recuerdo que diera nunca a un niño ni un simple capón), procedía a revisarlas y a poner y tomar nota. 

Y, en un pis-pas, aparecían las caras de la pizarra todas negras a la espera de llenarse con las palabras escritas del dictado de una historia que leía o se inventaba Don José.

Así fueron pasando los días de cinco años en las escuelas de la Villa (de 5 a 10) al final de los cuales el buenazo de Don José le dijo a mi madre:

"El chico está preparado para hacer el examen de ingreso y  comenzar el bachiller del plan 1947 y...

Vino a resultar que, durante casi cuarenta años, yo, que tantas actividades había hecho en mis tiempos de escuela, pasé a ser el que mandara a muchas generaciones de chicos, a hacer lo que me mandara, a mí, Don José.

Y, mira por donde, ahora, en que aquellos tiempos vividos en las escuelas de la Villa de Oropesa son un recuerdo vivo y que me encuentro jubilado de estos otros que compartí con multitud de jóvenes en colegios del CEU, resulta que he topado con una facultativo que ha hecho real aquel dicho tan nuestro de que "LOS EXTREMOS SE TOCAN" pues, a principios de mes,  me mandó a casa con deberes para hacerlos, diariamente, durante todo el mes. Y resultó que, cuando llegué para llevarle los ejercicios realizados y muy bien presentados, resultó que no me pudo recibir. Inocente de mí, con lo contentico que iba yo con mis actividades hechas de "pe a pa" dentro de una carpetita. Lo hará el jueves.

Recibe mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

31.1.2024. Miércoles.(C.1.791)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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