jueves, 1 de febrero de 2024

Nada le pone freno.

ESTAMPA CAUDETANA.

NADA LE PONE FRENO.

Ya te dije que, el lunes, me acerqué hasta el Centro de Salud de la Real Villa de Caudete para encontrarme con mi médico de cabecera y cambiar impresiones acerca de la encomienda que me hiciera a primeros de año y que no fue posible.

La vuelta a casa no la hice sobre los pasos que me llevaron al centro sanitario, sino que enfilé mis pasos por la calle Echegaray arriba.

No había dado muchos pasos por la calle cuando me detuve. Lo hice frente al edificio cuyo portal estaba señalado con el n° 30 porque, allí, donde una pared  de ladrillos macizos de nueva factura hacía ángulo recto con las baldosas de la acera, emergía una hermosa y fresca CREPIS VESICARIA (Falsa achicoria), también llamada  CAMAROJA y que, en mi pueblo, llamábamos, sencillamente,  LECHUGUILLAS porque su sabía es blanca. 

Las recogíamos para alimentar a los conejos pues, para ellos, venían a ser como pasteles de milhojas.

A esta planta se la encuentra profusamente por el descampado, pero nunca la había visto yo surgir en el lugar tan inhóspito e impensable como lo es esa hendidura en la que lo hace la protagonista  de estas letricas.

Estas plantas sueltan sus semillas prendidas a una especie de paracaidas que el viento se encarga de esparcir por doquier y, una de ellas, tuvo que aterrizar en semejante lugar donde quedó instalada y con la humedad existente, germinó.

Viendo el lugar, la fuerza y el vigor que manifiesta, me vino a la memoria aquella parábola del Señor Jesús que hablaba de un sembrador que sembraba sus semillas a voleo, como se ha hecho siempre antes de que los diseñadores pusieran al servicio del labrador unas máquinas que depositan todas las semillas en lugar apto y conveniente. Jesús describió maravillosamente, tantas veces lo habría visto, el hecho de sembrar entonces y contempló cómo ciertas semillas caían en terreno pedregoso donde germinó y por no tener tierra donde enraizar, el sol las sofocó y las plantitas murieron... (MC 4, 1-9). 

El fin de aquellas semillas  de la parábola de Jesús, se proyectó sobre la hermosa y vivaz CAMAROJA, sobre LA LECHUGUILLA. Y un tenue velo de tristeza vino a cubrir la alegría que me causó el haberla descubierto porque, cuando el sol que visita esta Villa "se apriete los machos" y salga por sus fueros, esa hermosa CREPIS VESICARIA se asfixiará irremisiblemente y morirá porque, como ves, su semilla cayó entre piedras. Triste es el fin que le espera a LA LECHUGUILLA cuando el sol haga acto de presencia en todo lo alto del cielo caudetano.

Pero, hasta entonces, seguiremos contemplando el gradioso milagro que obra la NATURALEZA porque, a ella, NADA LE PONE FRENO.

Recibe mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

1.2.2024. Jueves. (C. 1.792)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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