jueves, 4 de abril de 2024

El Madroño.

ESTAMPA CAUDETANA.

EL MADROÑO.

Para contemplar una hermosa planta de MADROÑO y gustar sus frutos, no es necesario marcharse a Madrid para disputárselo al oso, pues, es de todos conocido, que el emblema de la Capital del Reino es precisamente un hermoso árbol de madroño y un oso rampante dándose un atracón con el fruto del árbol o, en su caso, yendo al jardín de la parroquia Flor del Carmelo de la que fui yo su primer párroco pues, en él, yo planté dos de estos especímenes por los años noventa del siglo pasado y allí siguen ofreciendo su fruto al día de hoy.

Ni te será necesario acercarte hasta las lomas y faldas que aparecen tapizadas con esta planta arbustiva con vocación de árbol, de los Montes de Toledo allí donde, estos, caminan, con paso ligero, para salir de la autonomía Castellano Manchega e introducirse en la Extremeña y, si lo haces caminando hacia Guadalupe en peregrinación, partiendo del pueblo de Navalmoral de la Mata, primero de los que te encuentras al entrar en Extremadura, lo harás por el valle de Ibor, o los Ibores, donde, esta planta, tiene una presencia significativa y aporta uno de los elementos integrantes de algunas recetas culinarias entre las que se encuentra su famosa tarta de madroños. Yo la he comido en el restaurante que regentaban Pablo y Araceli, un matrimonio de aquel valle del Ibor, que se afincó en mi pueblo  y que, precisamente, sirvió la comida del día de mi cante misa en Oropesa. Es una tarta un tanto áspera, para mí gusto, pero, en materia de dulces, es plato estrella por aquella zona extremeña. Yo usé su fruto, el MADROÑO, para dar gusto al orujo lebaniego y, cumplida su misión, ya borrachos, se dejaban comer muy agradablemente.

Pues, a lo que iba. No, no es menester trasladarse a Madrid ni hasta allí donde comienza la Autonomía Extremeña, más concretamente al valle de Ibor, porque en la Avenida de la Virgen de Gracia, nada más pasar la entrada al polideportivo Antonio Amorós, existe un ejemplar guapísimo de MADROÑO que tuvo la gentileza de ofrecerme su fruto, fruto que se encontraba en su primer estadio de desarrollo. Y a mí se me ocurrió aceptarle la gentileza pero, no para quitársela, sino para sacarle una fotografía que me sirviera para enviarte mi saludo mañanero, cosa que hago.


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

4.4.2024. JUEVES DE PASCUA. (C.1.855)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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