sábado, 6 de abril de 2024

No saben con quién se las tienen.

ESTAMPA CAUDETANA.

NO SABEN CON QUIÉN SE LAS TIENEN.

Hace unos meses una cuadrilla de albañiles, avalada por una gran fama de buenos profesionales, fueron contratados por el Ilmo. Ayuntamiento para poner orden en lo que fuera una antigua carpintería sita en el primero de los números de la calle San Francisco, allí donde ésta hace esquina con la del que fuera gran aparejador, Juan de Arellano. 

No sé si ese local  es propiedad del Ilustrísimo Ayuntamiento pero tengo oído que se ha encargado de su adecentamiento para  destinarlo a guardar distintos elementos de las comparsas, cofradías y hermandades de esta Real Villa de Caudete. A lo mejor, no lo sé, pues nadie me ha informado al respecto, es ese el lugar donde ha sido guardada la carroza de la Virgen Dolorosa que antes tenía su lugar en la propiedad de Santa Catalina en la calle Abadía n°2 y que ha sido cedida por el Obispado al  Ayuntamiento para sede de la Oficina de Información y Turismo. Pero eso es otra historia.

Me interesa poner de manifiesto que les es muy difícil a la gente, por muy buena que sea en su profesión o  industria luchar contra la fuerza insuflada por el Creador a la Naturaleza en todas sus manifestaciones y quienes se empeñen en luchar contra ella van aviados porque NO SABEN CON QUIEN SE LAS TIENEN.

Presumo que el maestro de la cuadrilla de albañiles que llevó a efecto la obra de acondicionamiento de la antigua carpintería los indicaría que taparán el hueco del zócalo de la pared por donde cada primavera movía pujante una higuera que ahonda sus raíces en la pared y en el suelo de aquel lugar industrial para lo cual, con toda seguridad, extraerían los brotes que movió la higuera la primavera pasada y, hecho lo cual, enfoscaron, con una buena capa de cemento, todo el zócalo, como puedes ver en la foto que obtuve cuando dieron por terminada la labor encomendada.

(Foto del zócalo).

Ayer por la tarde, al bajar a la parroquia De San Francisco, sita en mitad de la misma calle, me fijé en el lugar y ¿qué crees que observé? Pues, ni más ni menos, que un sencillo y tierno brote de la contumaz higuera de marras  había hecho saltar la capa de cemento y asomaba fuera de la pared  su primera yema en la que enarbolaba dos hojitas  que semejaban, según mi parecer, las alitas con las que iba a emprender, inminentemente, un nuevo vuelo primaveral. ¡Qué potencia! ¡Qué fuerza! ¡Se lo merece!

Con toda seguridad, aquellos excelentes especialistas en el arte de la albañilería, dieron por concluida, por terminada, una obra de especialistas.  Pero no, no la  finiquitaron, y, la prueba de que así ocurrió se encuentra, como el más lindo de los adornos, en el feo enfoscado del zócalo de la pared de lo que, en otro tiempo, fuera una carpintería.

Recibe mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

6.4.2024. SÁBADO DE PASCUA. (C. 1.857)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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