ESTAMPA CAUDETANA.
CREPIS (ZAPATILLA) CAPILARIS.
Vecina del Trébol Amarillo que ayer te llevó mis saludos y buenos días, allí donde se juntan la calle Echegaray y la calle Dos de Mayo, se encuentra esta ZAPATILLA, (del griego CREPIS). Y, como El trébol amarillo, surge de la unión entre la piedra que sujeta la acera y el alquitrán de la calle Dos de Mayo. Un sitio, como puedes dar en pensar, eminentemente inhóspito y muy poco dado a sustentar las manifestaciones de vida vegetal, pero que la naturaleza se empeña en situar en semejante lugar.
Un lugareño de nombre Juan y de apodo "el Gato", me dijo, una vez, que si las plantas surgen de las hendiduras que quedan entre las baldosas o en los pies de las escaleras o en las uniones de aceras y pavimento, se debe a que hay alguna humedad en esos lugares donde encontraron acomodo las semillas que el viento en su ir de un lado a otro, depositó allí. Y tiene que ser así porque, de otra manera, sería imposible que pudieran germinar las semillas de tales plantas y desarrollar su ciclo vital en semejante lugar.
LA ACHICORIA LOQUILLA, que así se la llama normalmente, en román paladino, a la LA CREPIS CAPILARIS, sin tener en cuenta el nombre con que la bautizaron los estudiosos de las especies vegetales, es una planta ciudadana y al decir ciudadana estoy diciendo que se ha aclimatado estupendamente a las ciudades y crece en cualquier lugar hasta en los menos propicios para su desarrollo vital y la prueba de lo que se afirma de esta planta es, precisamente, la existente en el lugar tan inhóspito que es aquel donde se unen la piedra que sujeta la acera con el asfalto de la calle del Dos de Mayo.
Esta planta tampoco es originaria del continente africano, ni del americano, ni de el extremo Oriente. Esta planta, dicen los estudiosos del tema, que es propia del Viejo Continente y como España se encuentra, precisamente, en el Viejo Continente, de ahí que encuentre perfecto acomodo entre nosotros, en esta Real Villa de Caudete, como aprecias en la fotografía que adjunto a estas letras.
Así de contenta la sorprendí, en la mañana de ayer, toda iluminada por un sol radiante, que ponía un tono especial a sus florecillas amarillas, como yemas de huevo, con la fuerza de su luz, cuando caminaba yo hacia el monasterio de las monjas Carmelitas de Clausura para celebrar la Eucaristía con ellas y con los fieles que se les unen, en su Iglesia y él, el sol, camino de su zenit.
La ZAPATILLA o la ACHICORIA LOQUILLA, como quieras, te lleva hoy mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
23.5.2024. Jueves. (C. 1.902)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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