ESTAMPA CAUDETANA.
OCHENTA Y OCHO AÑOS.
A punto de terminar la Eucaristía en la tarde del día de ayer, después de haber rezado la oración final, Juan domenech, el sacristán, se puso al micrófono del ambón y a los que habíamos celebrado el santo sacrificio de la Eucaristía nos recordó que en el día de hoy, por ayer, de hace OCHENTA Y OCHO AÑOS fueron salvadas las formas consagradas por el sacristán de entonces, Manuel Gil y su señora, Isabel Hernandéz que gloria tengan. Y, para evitar su profanación las soterraron bajo una baldosa de la habitación del matrimonio donde permanecieron durante todo el tiempo que duró la contienda.
Estaba en el ambiente. La noticia corría de boca en boca a la velocidad del rayo, como un reguero de pólvora: los incendiarios exacerbados y alentados por una ley inicua promulgada por el Gobierno de entonces en España, procedieron la incendiar la Iglesia del convento de San José (El Carmen), San Francisco y el santuario de la Virgen de Gracia, la Patrona y no tardarían mucho en hacer otro tanto con la parroquia de Santa Catalina y con todos los elementos religiosos y de culto que en ellos hubieran en aquel momento.
Manuel Gil, el sacristán de Santa Catalina, procedió, a la velocidad del rayo, a salvar cuanto pudo de los elementos de culto. Un familiar suyo, apostado de vigilante, se prestó a informarle acerca de la llegada de la horda de incendiarios a la parroquia con el fin de que no corriera peligro.
Como él, una vecina suya también colaboraba en la salvación de distintos elementos, todos los que pudo. Los sacaba en una banasta como si viniera del lavadero del Moto, situándolos bajo el hueco de la escalera al que había tapiado y sobre el que colgaban los cacharros de la cocina para que el hueco pasara desapercibido. Y así ocurrió, porque allí permanecieron durante el tiempo que duró el desencuentro entre españoles.
Aquel día Manuel sacó el copón con las formas consagradas y, en una caja, las formas sin consagrar.
Aquellas, las consagradas, tapadas con un corporal permanecieron incólumes hasta algún tiempo después del silencio de las armas. Solo se había humedecido el corporal con que las cubrieron, pero las formas aparecieron totalmente secas, como si no hubieran sido soterradas por el sacristán. Las otras formas, las no consagradas, desaparecieron disueltas por la humedad.
Desde entonces se conservan en un relicario situado encima del Sagrario en la capilla de la Comunión de la parroquia, tal y como lo ves en las fotografías que se encuentran al principio de estas letras.
Juan Domenech, nos decía:
"Acabo de abrir el relicario y he dejado las formas del milagro expuestas en él para que los que lo deseéis os acerquéis a la capilla de la Comunión y adoréis al Santísimo Sacramento que permanece en la especie del PAN totalmente libre de toda corrupción, como cuando fueron soterradas tal día como el de ayer de hace OCHENTA Y OCHO AÑOS.
Con toda seguridad, los que hasta allí se acercaron, que yo creo fueron todos, le pidieron a Jesús Sacramentado: que no volviéramos a padecer semejante lacra, semejante locura, en nuestro país y que guardaran silencio las armas que truenan en tantos lugares de este mundo, en la actualidad.
Pronto celebraremos, también, 88 años del martirio de toda la comunidad de Padres Agustinos que fueron sacados del palacio, entonces convento destinado al reposo y cuidado de los misioneros repatriados del oriente lejano, y llevados al convento de San José (El Carmen) constituido en cárcel y de donde fueron sacados para ser fusilados en el camino que conduce a Fuente La Higuera, el día 5 del próximo mes de agosto.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
23.7.2024. Martes. (C. 1.962)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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