viernes, 6 de abril de 2018

ESTAMPA CAUDETANA. Glorieta de la Cruz


ESTAMPA CAUDETANA.
GLORIETA DE LA CRUZ.

Ayer por la mañana me tocaba ir al centro de salud para ver la marcha que lleva el Sintrón (2,4).
De camino celebré la Eucaristía con las Madres Carmelitas de clausura que tienen su monasterio en los comienzos del paseo que te lleva derechito hasta el Santuario de la Virgen de Gracia. Concluida la misma, todavía me faltaban tres cuartos de hora para el pinchazo sacasangre así que opté por no volver a casa y emplear el tiempo hasta la hora de la cita andando ligero hasta el Santuario de la Virgen y desde allí, subir hasta el centro de salud por el paseo a lo largo de la carretera
- Cuando llegué a la glorieta de LA CRUZ, una cuadrilla de avezados trabajadores del Exmo. Ayuntamiento, estaban procediendo, concienzudamente, a la limpieza y puesta al día del monumento que da nombre a la glorieta, LA CRUZ. Viendo la entrega, la dedicación y el cuidado con que uno de los trabajadores, en aquel preciso momento, usaba con destreza la lija, puliendo la parte trasera de la estatua de piedra de la Virgen de Gracia, más concretamente la parte, muy estrecha, entre la imagen y las  columnas que sostienen el templete donde se alza LA CRUZ, me vino a la memoria el caso de Fidias. Sí, me refiero al escultor más famoso y más grande de la Grecia clásica y que vivió en el siglo de Pericles que contó con él para recuperar la Acrópolis ateniense y que vivió a lo largo del siglo quinto antes de Cristo. Se cree que nació en torno al año 490 y dejo de existir en torno al año 430. Se encontraba nuestro amigo Fidias esculpiendo la melena de un dios, posiblemente Zeus, y un observador viendo el cuidado y lo minuciosamente que cuidaba los detalles al  esculpir la cabellera del dios le espetó:
- -«No te esmeres tanto, Fidias, ¿no caes en la cuenta de que nadie va a ver la parte de atrás del dios»?
- A lo que el más grande, entre los grandes, escultores de todos los tiempos, que lo fue no solo con el martillo y el escoplo en la mano, contestó a aquel metomentodo:
- - «Cuando quede colocado en su hornacina no lo verá ningún mortal, pero SÍ QUE LO VERÁ EL DIOS».
- Así, al estilo de Fidias, hacía su trabajo aquel oficial del Ayuntamiento caudetano con su lija en la mano y no me resistí a las ganas de cazar la instantánea con mi telefonillo para que me sirviera de vehículo para trasladarte mi saludo, mis
          ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
6.4.2018 Viernes de la Octava de Pascua. P. Alfonso Herrera. O. C.

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