domingo, 20 de mayo de 2018

Echinopsis Oxygona


ESTAMPA CAUDETANA.
ECHINOPSIS OXYGONA DEL PARTERRE DE LA RESIDENCIA DE ANCIANOS

Son vistas y no vistas. Se abrieron a ser en el silencio de la noche. La noche es el ámbito donde ocurren las cosas más grandiosas. En medio de la oscuridad apareció la luz. Dios así lo quiso. La luz era ÉL y, ÉL, quiso iluminar con el resplandor, que de ÉL emana, toda su obra, la creación, cada ser. Y, cuando todo está en marcha, pone en lo alto  los generadores de luz, el sol y la luna, que habrán de alumbrar, dar calor y poner en marcha el motor de la vida a todos los seres que se sacó el Creador de la nada. El libro que recoge la Palabra de Dios revelada, nos dice que es en el cuarto día, el   momento en que Dios coloca en lo alto del cielo al sol para que rija el día y la luna para que lo haga durante la noche. Pero, para cuando echan a trabajar estas luminarias, ya tenían mucho vivido los seres que habían llegado de más allá de la existencia, de la nada, dice el libro santo.
Algo así ha ocurrido, y nos lo explican desde el parterre de la residencia de ancianos del pueblo, los ECHINOPSIS OXIGONA. El reloj astronómico da la salida. Cuando son las 02,00 horas políticas, las 0,00 horas astronómicas, esos cactus rechonchos y llenos de espinas que, han venido estos días de atrás alzando una serie de pedúnculos con unos capullos apuntados y, anoche..., en el silencio, en la oscuridad más absoluta tuvo lugar el milagro: EL FEO Y RECHONCHO cactus ECHINOPSIS OXIGONA
se abrió en flores en la más densa oscuridad para contentar  a su Creador. Pero su Creador, dadivoso y generoso cual nadie, las conserva impolutas y sin deterioro ni merma de su belleza sin igual, pero solamente hasta el medio  día, hasta las 12,00 horas. Porque has de sabes que en dando las doce campanadas, todas las flores del feo cactus se cierran sobre sí mismas y se inmolan en holocausto dejando de ser, de existir. Solo un pedúnculo que ha perdido todo su vigor, toda su fuerza y ahora está tirado sobre el duro e hinóspito suelo del parterre de la Residencia de Ancianos del pueblo. Como le ocurriera a Cenicienta  en aquel entrañable cuento que tanto me gustaba cuando era niño, y me sigue gustando hoy, y que, al dar las doce campanadas, esta vez de media noche, sale corriendo y, en la huida, pierde un zapato.
Una hermana carmelita, miembro de la Comunidad religiosa que está al cargo de la casa, me hizo el favor de mandarme el milagro consumado, pero no ajado, del cactus ECHINOPSIS florecido. 
En mi bosquecillo madrileño parientes cercanos de éste eran muy celebrados por las gentes que pasaban por delante de la verja donde se encontraban pinados.

Junto con la maravillosa flor del cactus te hago llegar mi saludo, mis

          ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
20.5.2018 Domingo. P. Alfonso Herrera. O. C.

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