domingo, 21 de octubre de 2018

Tarja


ESTAMPA FORÁNEA.
TARJA.

Una vez, hace mucho tiempo, todavía no habíamos dejado atrás el siglo veinte, un buen amigo, Macario, me dijo:
- hemos comprado un piso en El Campello, en una urbanización que se llama TARJA. Se encuentra ubicada al ladito de la playa.
Del dicho al hecho. La Semana Santa siguiente le acompañé para echar un vistazo ya que estaban a punto de finalizar las obras y la entrega de los pisos se iban a llevar a efecto antes del verano. De hecho, muchos compradores ya estaban metiendo enseres en sus propiedades. Pensé encontrarme una gran extensión de terreno donde crecerían, como setas, entre espacios libres y ajardinados, lugares comunes para el asueto y el esparcimiento de los propietarios, unos edificios muy coquetos y funcionales.
 Y aquel día, creo que fue Miércoles Santo, lo descubrí.
Habíamos venido, casi a campo través, desde "Vista Hermosa", más allá del Santuario de la Santa Faz, ya en las inmediaciones de Alicante. La urbanización contaba con un solo edificio, TARJA. Mi amigo había comprado un estupendo piso con cuatro habitaciones, dos baños, una cocina, un gran salón y una terraza que quitaba el hipo desde donde se contemplaba toda la playa hasta el cabo, además de una entrada que daba servicio al resto del piso. Estaba ubicado en la novena planta y, por encima de él, todavía, se alzaba el edificio otras diez alturas más.
Los espacios comunes no son muy amplios pero sí muy monos y recoletos, con dos piscinas, una para los grandes y otra para la gente menudita y un espacio en tenue caída hacia la mar tapizado de verde muy cuidado sobre el que proyectan su sombra algunas palmeras y pinos y, al oeste, un garaje inmenso debajo de tierra.
Se dice que el criminal vuelve siempre sobre sus pasos al lugar del crimen. Yo no he cometido semejante atrocidad, pero sí que he vuelto a TARJA. Lo hice ayer por el interior. Había salido a media mañana desde el piso de mis primos José María y María del Prado. Dejé a los Salesianos a un lado y, desde el Carrer de Santander sorprendí al guapo edificio más allá de una valla totalmente tomada por una enredadera de campanillas azules que guardan celosamente la intimidad de una propiedad, seguramente con un bonito chalet. Recuerdo que eso mismo hacía ya cuando llegué a TARJA por primera vez, más de veinte años atrás. Macario, veinte años ya...
- Tras haber pasado al lado de del edificio TARJA bajé a la playa para volver a casa. Me senté en uno de los bancos del Paseo marítimo para estar a merced de la brisa cargada de yodo que venía del mar, un tanto enfurruñado por la gota fría que anda dando quebraderos de cabeza por el sur de la península y por la zona alta de la Región. No apareció el sol por la playa en todo el día pero eso no fue óbice para que algunas gentes valientes, no muchas, se aventuraran a instalarse en la playa, a la vera de la mar, o andando ligeras por allí por donde el agua no mojaba la arena, para aprovechar los rayos ultravioletas que se colaban a través de las nubes.
- Bien aireado sale pitando a buscarte mi saludo, mis
         ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
21.10.2018. Domingo. P. Alfonso Herrera, O. C.

PD. El artista que viaja con el viento, como presumí, terminó de rehacer su obra, la que había hecho desaparecer la lluvia de la otra noche y aquí te doy constancia gráfica de que así fue:

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