viernes, 7 de diciembre de 2018

La Rosa del Nº 63


ESTAMPA CAUDETANA.
LA ROSA DEL N. 63 DEL PASEO DE LA VIRGEN DE GRACIA.
No vayas a verla. Ni se te ocurra.
¿Por qué?
Pues porque ya no la vas a encontrar. El relente de la noche le ha ido quitando toda su hermosura pétalo a pétalo y, sin la hermosura con que los vestía el rosal, ajados, yacen por los suelos a los pies del pedestal donde estuvo encumbrada.
Así lo vi ayer cuando, ya tarde, acerté a pasar por allí.
Esa preciosidad que ves fue, hasta la fecha, la última que llegó a ser fuera de tiempo o, ¿quién sabe? en su tiempo justo porque puede que sea hija de uno de esos rosales que llaman luneros y que siguen en su empeño aún cuando ya se encuentran desnuditos de hojas (Yo tuve uno de ellos en mi bosquecillo madrileño que me habían regalado dos hermanas, compañeras de fatigas durante mucho, mucho tiempo, en eso de la enseñanza, María Teresa y Encarnita. Claro que, aquel, daba rosas rojas, como el rojo  de la sangre que le fluye al toro de lidia, herido de muerte, de la herida producida por la espada en lo alto de la cruceta). Éste, a lo que se ve, no ha perdido las hojas, es más, las tiene con un lustre que da gusto verlas. ¡Fíjate!, no vayas a creer que te estoy contando una "bola". Constátalo tú mismo.
Sí, hará unos 15 días que pasé por delante del chale, guapo chalé donde los haya, del número 63 de la Avenida de La Virgen de Gracia esquina con Echegaray (creo que se llama así esa calle), y me llamó la atención y ¿a quién no?.
No te voy a decir que me chistó, porque las rosas no chistan a los que pasan cerca de ellas, pero, chico, tampoco le hace falta, porque toda ella es un grito.  Y dime ¿Quién no se detiene, un tanto alelado, para darse el gustazo de contemplarla? Yo, ya lo ves, caí ante la fuerte llamada de su impronta y me detuve. Pues como se hubiera detenido Ulises, en su caso echado al agua, ante el sublime, ante la dulzura y musicalidad  inigualable del canto de las sirenas, de no haber estado atado al palo de la vela mayor de su barco (Canto XII de la Odisea).
Después de darme el gustazo, de permanecer allí delante de ella como un pasmarote durante un buen rato, saqué del bolsillo el telefonillo con cámara, que me regalara por Reyes un buen amigo "para que saques buenas fotos de Caudete, me dijo" y, la rosa, sin ponerme objeción alguna, accedió a darme su imagen para que la puedas contemplar también tú.
¿A que es guapa? ¿A que es una maravilla? ¿A que parece la primera de las rosas del rosal y no la última? ¿Acaso la ves tú algún defecto? Cómo se lo vas a ver si ¡ES PERFECTA!
Este otoño, aquí en Caudete, se está portando. Saca ahora su mejor obra. Como ocurriera en casa de Isaí de Belén cuando el profeta Samuel fue a buscar  rey para Israel entre sus hijos. Todo contento el bueno de Isaí fue presentando al Profeta uno a uno a sus hijos. Todos buenos mozos y de muy buenas hechuras para sustentar en su cabeza la corona de rey. Pero hete aquí que ninguno de los presentados era el elegido por Dios, así que tuvo que mandar a por el pequeñín que andaba pastoreando el rebaño de su padre  y cuidando de que los leones no se lo diezmaran. Y, mira por donde, el pequeñico de la casa fue el elegido por Dios para ser EL REY DE ISRAEL
(1Samuel 16,1-13).

Perfumado con el suave olor que despide la rosa, reina del otoño, te llega hoy mi saludo, mis

          ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
7.12.2018. Viernes. P. Alfonso Herrera, O. C.

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