El Chiropteria

ESTAMPA CAUDETANA.
EL CHIROPTERIA.

Han pasado 183 días. Ese tiempo es el que ha estado durmiendo colgado del techo en una cueva o en el hueco ciego bajo la techumbre de algún edificio.
Su reloj vital hizo sonar el despertador y el murciélago, el mamífero volador, salió del escondite donde había hibernado por espacio de medio año.
Aquel concepto cayó bien en el campo de mi aprendizaje enriqueciendo mi conocimiento acerca de los murciélagos. Lo recuerdo de mis tiempos de 3º de bachiller, en el castillo de San Servando de Toledo que, convertido en  colegio, echó a andar en el curso 1958-1959, en aquel tema que trataba de los mamíferos. El profesor, un comandante de la Academia de Infantería de Toledo, nos iba descubriendo y explicando las distintas clases y especies de mamíferos. Me llamó poderosamente la atención que aquel murciélago que veía volar en mi calle de Oropesa en mi niñez, cuando el sol, puesto más allá del vecino Portugal, dejaba el sitio a la noche que le iba ganando terreno al día  y ellos, los murciélagos, salían de sus escondrijos y, chillando, iban de un lado a otro haciendo vertiginosas piruetas  para cazar, en pleno vuelo, a los insectos de los que se alimentaba. Sí, aquel profesor de Ciencias Naturales, de cuyo nombre no me acuerdo, vestido de militar, nos explicaba las características de cada especie de mamíferos y, entre ellos, de los de la familia de los CHIROPTERIA, de los mamíferos voladores. Entonces supe que era de costumbres,nocturnas y que hacían su vida en el aire donde encontraban los nutrientes que le aportaban la grasa necesaria para afrontar la larga etapa de hibernación.
Yo no sé si el murciélago de la foto era una cría venida a la existencia durante el tiempo de hibernación de la madre y no contó con las fuerzas necesarias para afrontar con éxito las largas etapas de cacería o, en su caso, no se nutrió lo suficiente como para almacenar la grasa necesaria para tirar de ella durante todo el período o, que en el cielo de la Real Villa de Caudete no habría suficiente comida. El caso es que el malhadado insectívoro cayó muertecico al lado mismo de la pastelería Picó. Pienso que su radar ya no funcionaba por la razón que fuere y, el pobre animalico, cayó a tierra y, caer a tierra para cualquier murciélago, representa su muerte. Y, así, patas arriba, muertecico, le encontré yo en la acera, al lado mismo de la puerta de entrada a la confitería Picó, ayer, cuando iba para Santa Catalina. A la vuelta, tras los oficios de la liturgia dominical, allí, en el mismo sitio, permanecía, inmóvil, muertecico, el murciélago pequeñico que, una vez, abrigara sueños muy bonitos, mientras recorría los espacios sin luz, oscuros, del cielo de la Villa de Caudete.

Recibe mi saludo, mis

      ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
2.8.2020. domingo. Mis bodas de diamante con la vida.(C. 977)

P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.