ESTAMPA CAUDETANA.
QUINTO DOLOR Y GOZO DE SAN JOSÉ.
(Azulejo que nos habla del quinto DOLOR Y GOZO de San José. Obra de Palmira Láguens para el santuario de Torre Ciudad. Fotografía cedida por Don Ramón Gisbert Conejero)
Hoy es el quinto domingo de los dedicados a San José y, con él, nos llega el
quinto de los dolores que embargaron a San José y el quinto de los gozos que
experimentó en buenazo de él.
Yo tuve un tío que se llamaba como el Patriarca, fue mi tío José María. Aquel
hombre, también buenísimo, como su Patrón, llegó a ser comisario jefe en la
comisaría del aeropuerto de Barajas. Una vez me relató una de las muchísimas
historias que llenaban su vida dedicada al servicio de la sociedad. Ocurrió
esta historia una noche en la que estaba él de servicio y, bajo su mando,
todo el aeropuerto. Los policías a su mando le llevaron a un joven esposado. Le
habían detenido en las pistas del aeropuerto. Aquel joven había sido detenido y
deportado esposado desde (...) hacia su tierra (...) El avión en el que
viajaba, acompañado por unos policías no sé si del país que lo deportaba o de
su propio país, hizo escala en Barajas y al volver a subir los viajeros al
avión, este joven aprovechando un descuido de los policías salió por pies por
las pistas donde fue detenido por la policía del aeropuerto. Cuando mi tío le
tuvo delante se interesó por las razones de su acto. Aquel hombre joven le
relató su odisea. Había tenido que salir de su país porque era perseguido por
sus ideas políticas. Le habían descubierto en el país y pidieron su
repatriación. Fue concedida y era llevado de la guisa y desesperado en que se
encontraba, en ese momento, delante del comisario. "Me llevan preso y nada
más poner los pies en (...) seré pasado por las armas. Le pido auxilio y
protección". El Comisario dio orden de que continuara viaje aquel avión
sin aquel pobre hombre y trató por todos los medios de salvar a aquel muchacho.
Llamó a sus superiores y, a brazo partido, - trató de encontrar una solución
para salvarle, jugándose, incluso, el puesto. El caso fue que el buenísimo de
mi tío José María, el comisario, en el poco tiempo de que disponía hasta el
próximo avión al que debía ser embarcado aquel "pobre diablo"
no pudo encontrar ningún pariente que se hiciera cargo del chaval pero teniendo
un nombre de un pariente que residía en Francia, fue capaz de ponerse en
contacto con él y aquel pariente llegó a Barajas para hacerse cargo de aquella
criatura sobre la que pesaba una pena de muerte inminente.
- Cuando reflexionaba sobre el QUINTO DOLOR y el QUINTO GOZO DEL BUENAZO
DE SAN JOSÉ apareció, como por ensalmo, el dolor y el gozo de otro JOSÉ, de mi
tío José María, que una vez fue protagonista de una historia que guardaba un
parecido con la vivida por el Buenazo de San José y, si no, juzga tú.
- Acaban de marcharse los Reyes Magos tras cumplimentar al Hijo de Dios en el
sencillo aposento dónde vino a nacer como hombre. Todavía era visible, en
lontananza, el polvillo que levantaban los camellos y la servidumbre de aquellos
hombres que volvían a sus tierras en el Oriente cuando, presa del cansancio,
cuando cayeron, José, María y el Niño, en un profundo sueño. Y fue entonces
cuando el ángel de Dios le dijo a José levántate toma al niño y a su Madre y
márchate a Egipto. No lo pensó dos veces, era Dios el que disponía. Con una
espina clavada en todo su ser, levanto a María su mujer, la comodó en el
borriquillo, tomó al niño y lo depósito en los brazos de su Madre y, bajo un
cielo tachonado de estrellas, emprendió el camino hacia el sur, el camino
que conducía a Egipto porque el que mandaba en Israel había ordenado
acabar con la vida del recién nacido porque en Él veía a un contrincante.
- Si los primeros pasos del viaje fueron lacerantes por el dolor tan profundo
que le producía el hecho, cuando las jornadas se iban sucediendo, un GOZO
desbordante vino a ocupar, en su pecho, el lugar de aquel dolor que le tenía
ahogadito. Había caído en la cuenta de que las circunstancias tan adversas por
las que estaban pasando, no se podían comparar, en modo alguno, con el gozo que
experimentaba al llevar consigo al Hijo de Dios y a su Madre por el camino de
la salvación.
No sabía el tiempo que permanecerían en tierra extraña. No sabía en qué situación se iban a encontrar. Solo sabía que era asunto de Dios y Dios no iba a dejarles de su mano durante el tiempo que permanecieran en Egipto, es más, Dios mismo, en la persona de su Hijo iba a estar con él.
Durante su estancia en Egipto emplearía el tiempo el buenazo de San José a
trabajar en lo suyo, a establecer nuevas relaciones, a vivir preocupado, sola y
exclusivamente, dedicado a la enseñanza y a la formación del Hijo de Dios que
le había sido puesto en sus manos.
Lo demás corría por cuenta de Dios y eso ya es garantía plena de un GOZO
INEFABLE que nada, ni nadie, podría quitarle.
¡Ay! Si el ejemplo del buenazo de San José calara en nosotros y cayéramos
en la cuenta que el dolor que nos causara el cambio de planes que Dios nos
propusiera y la renuncia a nuestras apetencias que ello conlleva, no tiene otro
fin que el de otorgarnos un gozo pleno, total, que es el que Dios nos otorga,
da, sin medida, ya que es ÉL mismo el que se nos otorga. Eso fue lo que le
sacó, al buenazo de San José, la espina del DOLOR lacerante de tener que
emigrar en medio de la noche para salvar al niño. QUIEN CAMINABA CON ÉL ERA EL
MISMO DIOS.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
28.2.2021 Domingo. (C. 1.187)
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.
Muy buenos días, P. Alfonso, en éste Domingo del quieto dolor y gozo de San José, que también nos relata usted el dolor de ese joven en el aeropuerto, pero muchas veces se encuentra a alguien como su tío para poder aliviar un mal . Que termine bien el domingo.
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