domingo, 14 de marzo de 2021

Séptimo Domingo de San José

ESTAMPA CAUDETANA.
SÉPTIMO DOMINGO DE SAN JOSÉ.

 
 (Azulejo en el que se ilustra el séptimo GOZO LA SEPTIMA ALEGRÍA de San José. Es obra de Palmira Láguens para el Santuario de Torre Ciudad. Foto cedida por Don Ramón Gisbert Conejero)

Ya tenemos a la vista la SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ. Con este domingo se abre la puerta a la celebración festiva del buenazo de San José que tendrá lugar dentro de esta semana, en su viernes.
Los gerifaltes de la autonomía Castellano-Manchega han arrumbado la fiesta en honor de patrono de la Iglesia Católica también es patriarca de la Orden del Carmen y, lo es, por derecho propio, del convento que lleva su nombre en la Real Villa de Caudete que habitan los Padres Carmelitas desde finales del siglo XVI.
Con este domingo, el devoto del Patriarca San José, reflexiona acerca del SÉPTIMO DOLOR Y EL SÉPTIMO GOZO que, en ola sucesiva, inundaron toda la personalidad del buenazo del Carpintero nazaretano, nada más y nada menos, responsable, custodio de la Sagrada Familia en la que encuentra espacio humano el Hijo de Dios.
Ya habían pasado doce años, a lo largo de los cuales, "creció en sabiduría y gracia", que dice el Evangelio, el Hijo de Dios bajo los auspicios de San José y de su esposa la Virgen María, la Madre del Señor. Y la Ley lo tenía establecido: "cuando el niño llega a la edad de 12 años, deberá subir a Jerusalén para adorar a Dios durante la fiesta de la Pascua" y, Jesús, que se sometió, también a la Ley, acompaño a José y a María, por primera vez, en su viaje a Jerusalén para cumplir con el mandato legal.
Contentos subían, los miembros de la Familia en caravana con otros parientes y vecinos, para cumplir con el precepto de la Pascua. Nadie más lo sabía, sólo ellos. Quizá no comprenderían muy bien aquello de adorar a Dios en Jerusalén, cuando le tenían en casa. Pero la Ley y el entorno, las circunstancias, imponen su norma y, Ellos, no pueden auto excluirse. JESÚS, el Hijo de Dios, Dios por lo tanto,  emprende el camino que le dará la oportunidad de conocer, de primera mano, la ciudad de Jerusalén y su templo.
Realizada la alabanza a Dios en el templo, se formarían las caravanas para volver a sus lugares de origen y la Familia de José, el Carpintero,  se enrolaría en una que bajaría a la aldea o que pasaba por ella.
La caravana, de la que formaba parte la Familia, partió, pero de la ciudad no salió el Muchacho, se quedó intramuros. Las mujeres viajaban juntas y juntos lo hacían los hombres, solo los niños podían viajar con ellas o con ellos, indistintamente.
Cuando la noche impuso su ley,   la caravana echó el alto para  tomar un bocado y descansar hasta el amanecer con el que reemprenderían, de nuevo la marcha. Y en aquel momento llegó el disgusto, EL DOLOR. EL NIÑO no se encontraba ni con su Madre, ni entre parientes y tampoco en la caravana. Imposible llegar a percibir, si quiera, el DOLOR tan grande que ahogaría las gargantas de José y de María. Y una de aquellas siete espadas, que les anunciara el anciano Simeón, se les estaba hundiendo hasta las coyunturas del alma. por el camino y, ya, dentro de la ciudad preguntarían a diestro y siniestro dando pelos y señales del niño y , a cada negativa, la espada se les hundía más y más en las coyundas del alma.
Tres días de búsqueda. Tres día presos de una angustia invivible hasta que, al trasponer las puertas del Templo, seguramente para confesarle el fracaso a Dios Bendito, le descubrieron en medio de los Doctores y sabios de Israel dialogando o discutiendo de tú a tú con aquellos prohombres.
Presumo que al escuchar al muchachico  experimentarían un GOZO inenarrable porque su labor de enseñantes estaba pasando la prueba con nota. Pero aquel GOZO del primer momento se les esfumaría al recibir el jarro de agua fría que supuso la respuesta del muchacho a la pregunta de la Madre: ¡Ah! ¿pero no sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?.
Tras los plácemes y felicitaciones y enhorabuenas que recibirían de aquellas gentes doctas y sabias por lo BIEN PREPARADO que estaba el Chaval, bajaron los tres hasta Nazaret donde, nos dice el Evangelio de San Lucas, que les estuvo sometido creciendo en sabiduría y en gracia delante de Dios y de los hombres".
El terremoto que tuvo lugar en los buenos de María y de José con el extravío de Jesús, se aquietó, hasta desaparecer, mudándose en un GOZO pleno, sabiéndole y viéndole con ellos bajando de Jerusalén a Nazaret, primero, y, teniéndole en casa con ellos, después, hasta que le llegó la hora de marchar, empujado por el Espíritu, a dar a conocer la oferta de DIOS PADRE consistente en el reencuentro del hombre con Dios en la persona de su Hijo que se hizo hombre como nosotros o, como quieras, a PREDICAR LA BUENA NUEVA DE LA SALVACIÓN Y A LLAMAR A LA CONVERSIÓN A LOS PECADORES, como se nos dice en el tercero de los misterios luminosos del Santo Rosario.

Con María, José y el Niño Dios, imbuidos por el GOZO de San José y de la Virgen Madre, caminamos para celebrar la SOLEMNIDAD del buenazo de San José, el próximo viernes.

Recibe mi saludo, mis

      ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
14.3.2021 Domingo.  (C. 1.201)

P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.

1 comentario:

  1. Muy buenos días , P. Alfonso, muy completa la narración del séptimo dolor y a la vez gozo de San José que hoy nos presenta , no me queda más que decirle que tenga un feliz domingo, cuarto de Cuaresma.

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