ESTAMPA CAUDETANA.
LA PALMERA Y LA BARANDILLA.
A la naturaleza no hay nada ni nadie que «le eche la pata por encima del
hombro»
Ya te he hablado hace bastante tiempo sobre unas palmericas que surgieron en
unos agujericos que habían dejado en la Plaza de la Iglesia las carpas que se
levantaron por aquella Navidad para la semana comercial que tenía como fin
favorecer la interrelación de los habitantes de la Real Villa de Caudete que,
por cierto, tuvieron mucho éxito pues encontraron un perfecto animador en José
Antonio Milán, siempre animoso, muy amigo de favorecer la comunicación entre
las gentes. Lo había pensado y proyectado y lo propuso al Ayuntamiento
de la Villa en el que encontró acogida y patrocinio.
Cuando, terminado el evento, recogieron las carpas, quedaron algunos agujericos
en el suelo en los que atinaron a caer algunas semillas de los dátiles que se
consumieron en aquellos días. Y, allí, en la oscuridad, con la humedad
pertinente, aun cuando no disponían de tierra que favoreciera su enraizamiento,
germinaron rápidamente y rápidamente estaban destinadas a desaparecer. Pero
Francisco, conocido como Polonia, después de leer mis buenos días se pasó por
donde yo las había situado y levantó aquellos brotes para trasplantarlos a su
campo.
Hoy quiero hablarte de otra palmera. Ésta palmera anda en perfecta simbiosis
con uno de los barrotes que sujetan la barandilla de la rampa construida para
favorecer la entrada a la iglesia de Santa Catalina de las personas con alguna
discapacidad o con sus sillas de ruedas.
En la angostura desde la que surge, muy apretadica por la barra niquelada,
levanta sus dos primeras hojicas, por cierto, bien hermosas, como puedes
apreciar en la fotografía que obtuve de ella ayer por la tarde cuando me
acerqué hasta la parroquia para celebrar la Eucaristía vespertina.
Aunque se encuentra muy protegida porque el lugar no es apto para que la
feligresía la pise, no va a prosperar pues la estrechez del lugar y, sobre
todo, la nula posibilidad de enraizar por falta de tierra y por ende, por
falta de nutrientes, a no ser que alguien se decida a trasplantarla a un lugar
idóneo, está abocada a quedarse, sola y exclusivamente, en proyecto de palmera,
a no medrar, a desaparecer, a morir.
Pero hasta que eso tenga lugar, ahí la tienes «pregonando a grito pelao» que la
NATURALEZA posee una fuerza regeneradora inmensa. Nada la apoca, nada la
cohíbe, nada la extorsiona, nada le impide enarbolar el estandarte de su
fuerza.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
30.7.2021. Viernes. (C. 1.315)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Muy buenas tardes, P. Alfonso, la verdad que la naturaleza es admirable y a usted no se le pasa desapercibida nada de nada , para hacernos llegar su conocimiento de observador. Que termine bien éste día de calor.
ResponderEliminar