ESTAMPA CAUDETANA.
DOS KILOS.
En la otoñada no es raro tropezarse, mientras uno va de un
lado a otro por la Real Villa de Caudete, con unos aromas que se escapan
de las casas, unos aromas que se sacan de sí esas frutas del tiempo cuando en
perfecta compañía del azúcar hábilmente trabajadas por manos diligentes van
transformándose en lo que hemos dado en llamar carne de membrillo. Un rico
dulce que acompaña a las mil maravillas al queso fresco o simplemente extendido
en capa fina sobre una rebanada de pan y, qué si es tostada, ni te cuento.
Sí, los membrilleros han venido trabajando su fruto
lenta y pausadamente durante el tiempo de estío para hacer, ahora que comienza
el otoño, las delicias del ser humano con ese estupendo regalo que nos otorga
la naturaleza sirviéndose de ellos.
En el corralón teníamos un membrillero. Sí, teníamos un membrillero, pero ya no lo tenemos. Sola y exclusivamente queda un tronquito herido de muerte porque perdió toda su capa externa, su corteza y eso lo fulminó. Ya venía adoleciendo de ello, pero este año, el verano y los fuertes calores reinantes en el ámbito de la Villa terminaron con él y eso que en días alternos le echaba agua en el alcorque que le tenía hecho. Con la primavera se vistió con un montón de flores, pero fue solo un espejismo porque nada más granar la fruta fue cayendo al suelo, una tras otra, hasta quedar solamente una de muestra pero, tan seca, como el tronco del árbol y las hojas ni siquiera asomaron. Ya lo ves en la foto que te adjunto
A estas alturas habrás colegido que los hermosos MEMBRILLOS,
cuya foto se encuentra al principio de este escrito, no son, ni por ensueño,
del membrillero que crecía en el corralón del convento de San José (El Carmen)
¡Qué más quisiera yo! Resulta que en la puerta de entrada a la parroquia de
Santa Catalina coincidí ayer por la tarde con Eugenio que llegaba montadico en
su silla de ruedas conducida por su hija Joaquina, esta silla de ruedas tiene
marchas como un coche, Y, mientras hablaba yo con el caballerito del campo y me
relataba la cosecha de MEMBRILLOS que habían llevado a cabo por la mañana, su
hija Joaquina tiraba de telefonillo y desde su cámara oscura, sacaba a la luz
las fotografías de unas piezas que, en la báscula de la tienda de Elena, habían
pesado más de un kilo y esa ha sido la razón de que yo, titulara este
articulito con el nombre de DOS KILOS podía haber puesto los gramos de más pero
por redondear lo dejé, en eso, en DOS KILOS.
“Tres membrilleros tenemos en el campo, me decía el bueno de Eugenio, de al pie de dos metros y medio y los tres estaban cargaditos de MEMBRILLOS, algunos ya se habían desprendido de las ramas y estaban por el suelo y es que con el peso que han cogido este año se explica que así fuera. Y lo raro, continúa diciéndome Eugenio, es que con el peso no hayan desgarrado las ramas de los árboles. Así que les hicimos un gran favor aligerándolos del gran peso.
Ya dentro de la iglesia le dijo Eugenio a su hija Joaquina:
“Tienes que darle alguno”
“Claro, padre, claro”, le contestó la hija y a mí me dijo: ”pasa
por casa después de misa y te llevas alguno”
Y eso hice. Acababa de parar un fuerte chaparrón que habían
dejado caer unas nubes que pasaban por encima de la parroquia lanzándose unas a
otras trueno tras trueno y tuve suerte porque me libré de la mojadura de
arriba, la de las nubes, y de la de los charcos porque los conductores de los
vehículos que bajaban por la calle Santísimo Sacramento con dirección a la
Plaza de la Iglesia, aflojaban la marcha hasta casi parar. ¡Qué buenas gentes
aquellos conductores! ¿Dios se lo pague!
Así que me volví a casa tan contento con esos dos
hermosos MEMBRILLOS y unos kilos de uvas de moscatel, riquísimas, también de su
campo.
Gracias, Eugenio, por el regalo que nos hicisteis anoche
todos los de tu casa. Bien que van a lucir esos membrillos en la estantería de
mi cuarto dándoles tiempo para que maduren un poco más y luego me pensaré si
los hago carne de membrillo o compota porque, así, también están muy ricos.
Recibe mi saludo, mis
26.9.2021. Domingo. (C. 1.381)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Muy buenas noches, P.Alfonso, buen regalo tuvo usted anoche, hermosos membrillos , ahora ya sabe ha entretenerse y hacer carne membrillo que está bien rica mi madre que en Gloria está , siempre hacia , pues teníamos un bancal que tenía dos membrilleros , pero nunca vi unos tan grandes. Que tenga un buen descanso.
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