ESTAMPA CAUDETANA.
NOS VISITARON LOS ÁNGELES
Ya terminó la VI Bienal DE PINTURA A LA ACUARELA. Ya
cerraron sus puertas aquellos lugares donde se han expuesto las obras
maravillosas de tanto pintor como ha venido de fuera de la Real Villa de
Caudete, muchos de ellos de el extranjero creo que han sido más de cuarenta los
países, de donde procedían los pintores que han llegado no solo a exponer sus
obras, sino a descubrir y empaparse de la grandiosidad de la Mancha allí donde
ella cercana al mar alicantino le cede el testigo. Sí, ya cerraron sus puertas los
lugares en cuyas paredes, personas con vate de pintores nos han ido
transmitiendo noticia no solo de su interioridad, sino de los lugares de donde
han venido como ha ocurrido precisamente en el claustro Barroco-Toscano del
convento de San José que se levanta sobre los cimientos que se asentaron a
caballo de los siglos XVI y XVII, en esta villa caudetana. Personajes
desconocidos, para todos nosotros, hasta el 28 de octubre en que tuvo lugar la
apertura de la VI Bienal de la Acuarela. Digo hasta entonces porque, desde ese
día hemos venido contando alguna que otra vez con la aportación y el
enriquecimiento que nos han suministrado ellos acerca del arte de la acuarela.
Aquí, en el convento de San José, donde colgaron sus obras, preciosas todas
ellas, los pintores del país invitado que ha sido la ignota y siempre
intrigante India, se cerró la exposición con un simpatiquísimo acto
protagonizado por los alumnos de la escuela de música del municipio. Hasta aquí
llegaron personajicos con sus instrumentos musicales dentro de sus fundas
colgados a sus espaldas que, al ser ellos, los niños, tan pequeños, casi, casi,
los arrastraban.
Con ellos no vinieron, sola y exclusivamente, los
instrumentos musicales. Qué va. Con ellos se habían traído a sus ángeles y te
lo digo con propiedad porque, como sabes, Jesús fue muy claro al respecto
cuando nos apercibe acerca del trato que debemos dar a los niños: “los ángeles
de los niños, nos dice, están constantemente en la presencia de Dios viendo su
faz” (Mt. 18,10) y, es de suponer, que, acompañando a estos ángeles, se
escaparían del cielo un montón de ellos, de modo y manera que, puestos en los
aleros y subidos en los cipreses, también haciendo piruetas y equilibrios en la
fuente, asistían embelesados al arte de los ñacos que, siendo eso, unos ñacos,
ya se mueven estupendamente por entre las líneas del pentagrama de dónde sacan
las notas que llevan a las cuerdas de sus violines.
Yo no vi a Los Ángeles abarrotando todas las alturas de este
convento, no. La carne, la materia, me impidió establecer comunicación visual
directa con esas otras criaturas que Dios creó y a las que dejó sin vestirlas
con huesos y carne, como sí hizo con nosotros. Pero no hay quien me
quite de la cabeza el pensamiento de que, en la despedida de la exposición
llevada a cabo en las venerables paredes del claustro conventual de San José
con motivo de la VI Bienal de la Acuarela habida en la villa entre el 28 de
octubre y el 27 de noviembre, unos niños, aprendices de músicos, vocacionados
para ocupar puestos en las grandes orquestas de este mundo, como ya tenemos a
otros muchos, ya crecidos, nos han traído sus “guardaespaldas” particulares,
sus angelitos de la guarda, que son aquellos regalos que Dios Padre los otorgó
al crearlos por amor, los Ángeles para su guarda.
Las campanas de la iglesia de la torre del convento de San
José, al dar las cinco de la tarde, como si de una corrida de toros se tratara,
marcaron el comienzo de un mini concierto. Mientras, en los pasillos del
vetusto claustro conventual, distintos pintores venidos de lejos daban
sus últimas clases de modo plástico y cercano a quienes rodeaban sus mesas
donde llevaban a la práctica sus pensamientos sirviéndose de pinceles, agua y
colores con los que traían a la realidad y plasmaban en un papel especial, para
el caso, mensajes vestidos de colorines.
La noche se llegó en volandas de la oscuridad y el frío, que
fue adueñándose del claustro conventual y que entumecía los dedicos de los
maestros jovencitos de la música fue contrarrestado por estruendosos
aplausos dedicados a los maestros pintores.
Todo esto aconteció en la tarde del sábado pasado.
El domingo, también a las cinco de su tarde, tuvo lugar un
acto entrañable programado, al alimón por Josefina Burgos, Viuda del gran
artista de la acuarela, Rafael Requena que abrió caminos firmes, claros y
seguros por el luminoso mundo de la pintura, como el de la Acuarela, y el Imo.
Ayuntamiento de la Villa. Consistió este acto en abrir de par en par su casa,
un verdadero museo particular de la Acuarela para disfrute de todo el que pudo
y quiso ir. A todo asistente se le obsequió con un catálogo en el que se
recogen obras del autor y una lámina de una de sus obras además de un cafetico
y unas pasticas. Yo no pude asistir a tal acto porque otros quehaceres me lo impidieron.
Lo sentí. Aquello que me impidió ver a los ángeles de los niños maestros de la
música tuvo la culpa de que no asistiera a ese acto que, según me dijeron, fue
un verdadero broche de oro para la VI Bienal de la Acuarela habida en esta
Villa en los meses de octubre y noviembre.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
29.11.2022. Martes. (C.1.615)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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