martes, 29 de noviembre de 2022

Nos visitaron los Ángeles.

ESTAMPA CAUDETANA.

NOS VISITARON LOS ÁNGELES



Ya terminó la VI Bienal DE PINTURA A LA ACUARELA. Ya cerraron sus puertas aquellos lugares donde se han expuesto las obras maravillosas de tanto pintor como ha venido de fuera de la Real Villa de Caudete, muchos de ellos de el extranjero creo que han sido más de cuarenta los países, de donde procedían los pintores que han llegado no solo a exponer sus obras, sino a descubrir y empaparse de la grandiosidad de la Mancha allí donde ella cercana al mar alicantino le cede el testigo. Sí, ya cerraron sus puertas los lugares en cuyas paredes, personas con vate de pintores nos han ido transmitiendo noticia no solo de su interioridad, sino de los lugares de donde han venido como ha ocurrido precisamente en el claustro Barroco-Toscano del convento de San José que se levanta sobre los cimientos que se asentaron a caballo de los siglos XVI y XVII, en esta villa caudetana. Personajes desconocidos, para todos nosotros, hasta el 28 de octubre en que tuvo lugar la apertura de la VI Bienal de la Acuarela. Digo hasta entonces porque, desde ese día hemos venido contando alguna que otra vez con la aportación y el enriquecimiento que nos han suministrado ellos acerca del arte de la acuarela. Aquí, en el convento de San José, donde colgaron sus obras, preciosas todas ellas, los pintores del país invitado que ha sido la ignota y siempre intrigante India, se cerró la exposición con un simpatiquísimo acto protagonizado por los alumnos de la escuela de música del municipio. Hasta aquí llegaron personajicos con sus instrumentos musicales dentro de sus fundas colgados a sus espaldas que, al ser ellos, los niños, tan pequeños, casi, casi, los arrastraban.

Con ellos no vinieron, sola y exclusivamente, los instrumentos musicales. Qué va. Con ellos se habían traído a sus ángeles y te lo digo con propiedad porque, como sabes, Jesús fue muy claro al respecto cuando nos apercibe acerca del trato que debemos dar a los niños: “los ángeles de los niños, nos dice, están constantemente en la presencia de Dios viendo su faz” (Mt. 18,10) y, es de suponer, que, acompañando a estos ángeles, se escaparían del cielo un montón de ellos, de modo y manera que, puestos en los aleros y subidos en los cipreses, también haciendo piruetas y equilibrios en la fuente, asistían embelesados al arte de los ñacos que, siendo eso, unos ñacos, ya se mueven estupendamente por entre las líneas del pentagrama de dónde sacan las notas que llevan a las cuerdas de sus violines.

Yo no vi a Los Ángeles abarrotando todas las alturas de este convento, no. La carne, la materia, me impidió establecer comunicación visual directa con esas otras criaturas que Dios creó y a las que dejó sin vestirlas con  huesos y carne, como sí  hizo con nosotros. Pero no hay quien me quite de la cabeza el pensamiento de que, en la despedida de la exposición llevada a cabo en las venerables paredes del claustro conventual de San José con motivo de la VI Bienal de la Acuarela habida en la villa entre el 28 de octubre y el 27 de noviembre, unos niños, aprendices de músicos, vocacionados para ocupar puestos en las grandes orquestas de este mundo, como ya tenemos a otros muchos, ya crecidos, nos han traído sus “guardaespaldas” particulares, sus angelitos de la guarda, que son aquellos regalos que Dios Padre los otorgó al crearlos por amor, los Ángeles para su guarda.

Las campanas de la iglesia de la torre del convento de San José, al dar las cinco de la tarde, como si de una corrida de toros se tratara, marcaron el comienzo de un mini concierto. Mientras, en los pasillos del  vetusto claustro conventual, distintos pintores venidos de lejos daban sus últimas clases de modo plástico y cercano a quienes rodeaban sus mesas donde llevaban a la práctica sus pensamientos sirviéndose de pinceles, agua y colores con los que traían a la realidad y plasmaban en un papel especial, para el caso, mensajes vestidos de colorines.

La noche se llegó en volandas de la oscuridad y el frío, que fue adueñándose del claustro conventual y que entumecía los dedicos de los maestros jovencitos de la música fue contrarrestado por estruendosos aplausos dedicados a los maestros pintores. 

Todo esto aconteció en la tarde del sábado pasado.

El domingo, también a las cinco de su tarde, tuvo lugar un acto entrañable programado, al alimón por Josefina Burgos, Viuda del gran artista de la acuarela, Rafael Requena que abrió caminos firmes, claros y seguros por el luminoso mundo de la pintura, como el de la Acuarela, y el Imo. Ayuntamiento de la Villa. Consistió este acto en abrir de par en par su casa, un verdadero museo particular de la Acuarela para disfrute de todo el que pudo y quiso ir. A todo asistente se le obsequió con un catálogo en el que se recogen obras del autor y una lámina de una de sus obras además de un cafetico y unas pasticas. Yo no pude asistir a tal acto porque otros quehaceres me lo impidieron. Lo sentí. Aquello que me impidió ver a los ángeles de los niños maestros de la música tuvo la culpa de que no asistiera a ese acto que, según me dijeron, fue un verdadero broche de oro para la VI Bienal de la Acuarela habida en esta Villa en los meses de octubre y noviembre.

Recibe mi saludo, mis

 

      ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!

29.11.2022. Martes. (C.1.615)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.


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