LA CURIOSA FLOR DEL HIBISCO.
Todos los días, por la tarde, doy un paseo hasta el final
del pueblo pasando por el recoleto parquecico del musell de la villa de El
Campello. Ayer en lugar de uno di dos. Además del de la tarde también di otro por la mañana en
compañía de mis amigos Macario y María Ramona. Era media mañana y ya, a esa
hora, el sol se había desprendido de las sábanas y campaba a su aire por el
cielo buscando raudo su zenit antes de emprender la bajada hacia el hemisferio
del Sur, razón por la cual no nos metimos por el paseo del parquecico del musel
porque hubiera sido un verdadero achicharramiento, el mismo al que tenía sometidos el sol a aquellos que,
a esas horas, paseaban por allí. Nosotros fuimos calle de Jaime I el
Conquistador adelante, a la sombra que nos proporcionaban los altos edificios
que puebla las sucesivas urbanizaciones, huyendo, precisamente, del castigo de
un sol brioso que presumía de tal a pesar de que ya nos encontramos muy metidos
en el otoño y, gracias a esa decisión, fuimos sorprendidos gratamente por una linda FLOR DE HIBISCO que asomaba
toda su corola por el agujero de la valla de obra que separa la propiedad de la
urbanización Cabo Azul del espacio público por donde caminábamos.
"Mirad qué curiosa", les dije a mis amigos,
señalándoles la flor que se asomaba, sin ningún pudor, a la calle para darse el
gustazo de observar la gente que va de
un lado para otro por la acera de la calle. Era guapa, con sus pétalos de un rojo vivo
apuntando con sus estambres y pistilos, como si de un periscopio se tratara,
tratando de observarlo todo lo que acontecía a su alrededor. Recibe mi saludo, mis.
¡¡¡BUENOS
DÍAS!!!
6.10.2023. Viernes. (1.691)
P. Alfonso Herrera. Carmelita
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