lunes, 18 de marzo de 2024

El Pino.

ESTAMPA CAUDETANA.

EL  PINO.

En la tarde de ayer, tras cerrar el Manifiesto en el monasterio de las Madres Carmelitas de clausura, me acerqué hasta el santuario de los Patrones para hacerles una visita.

Vana pretensión porque, cuando llegué, ya tenían cerrada la puerta del santuario.

Al final del Paseo de la Virgen de Gracia, me detuve debajo de la copa de un PINO, el PINO que ves en lo alto de  la fotografía.

Ese PINO y todos los que lucen preciosos en el parque Juan Bautista de Almazán, que es propiedad del santuario pero que está cedido, según tengo entendido, para uso y disfrute de las gentes de la Real Villa de Caudete y de quienes se acercan hasta allí para pasar un rato de esparcimiento, se libraron de la masacre que padecieron, tiempo atrás, algunos de sus congéneres, ejemplares esbeltos que crecían aledaños al santuario y a la casa del santero . 

Allí, mientras permanecía bajo la sombra del frondoso PINO, contemplando el santuario a aquellas horas, ya habían quedado bastante atrás las dieciocho,  todo él era luz,  nunca había contemplado su fachada principal, tan guapa, pensaba para mis adentros:

"que el buen PINO se encontraba llorando lágrimas de miera, que es como llaman a su savia en las zonas de pinares de Castilla León, o de resina, porque todavía tiene vivo el tristísimo recuerdo del exterminio a que fueron sometidos sus hermanos, aquellos que poblaban y defendían de aires inoportunos al santuario. Pinos tan grandes o más y tan hermosos o más, pinos tan lindos o más, que éste que me cobija y que fueron echados abajo  inmisericordemente bajo la justificación de que, ante cualquier desgajamiento de alguna de sus grandes y  exuberantes ramas o, incluso, ellos mismos, empujados por los vendavales que, de cuando en cuando, nos visitan, pudieran inferir gravísimos daños a la techumbre del Santuario y de la casa del santero. Pienso que el PINO no tenía consuelo al contemplar cómo, en el lugar de aquellos milagros de la naturaleza, fulminados por la sierra, han sido plantadas unas moreras llamadas a constituir, el día de mañana, una pérgola verde sobre el lugar donde hay una fuente y unos bancos, para dar sombra, en los tórridos días del verano, a los peregrinos o fieles que visiten a los Patrones.

Sí, yo creo que el PINO que me daba sombra, compungido por la tristeza, seguía llorando miera.

Recibe mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

18.3.2024. Lunes. (C.1.839)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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