ESTAMPA CAUDETANA.
HUBO UNA EXPOSICIÓN EN EL CONVENTO DE SAN JOSÉ ESTE FIN DE SEMANA.
Me la perdí. Porque me vi en la necesidad de ausentarme durante el fin de semana de la Real Villa de Caudete por una razón eminentemente familiar. Me llamaron para ser testigo cualificado, para oficiar en la boda de mi primer sobrino nieto al que yo había bautizado hace la friolera de treinta y cinco años. Tuve que viajar hasta el pueblo de Montoro, aledaño a Córdoba, porque de allí es su novia, hoy ya su mujer, y, allí, en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen iban a contraer santo matrimonio. Montoro es un pueblo bonito pero no para ir de visita con frecuencia porque se encuentra edificado en la ladera del río Guadalquivir que, cual serpiente, le abraza con un meandro muy semejante al del cercano pueblo de Alcalá del Júcar, pero mucho más empinado. Más que calles, tiene rampas, a cual más elevada, y, por lo tanto, más dura.
Soy del padecer que para ser montoreño hay que nacer. A mí, por lo menos, no me vuelven a ver por allí. Eso sí, cuando subía por cualquiera de las calles volaba, sobre el rápido ir de mis pensamientos, a mis tiempos jóvenes en que fui destinado a los valles de los Picos de Europa. Claro que en aquellos tiempos mi "máquina" funcionaba a las mil maravillas porque todavía no había cargado con muchos almanaques. Sólo 30 años recién cumplidos.
A mi vuelta de la boda, me topé en el claustro con un cañón y con una bocina y, en una de las salas, con un montón de elementos que hablaban de comparsas y hermandades.
Al parecer, y según tengo oído, se han celebrado por toda la villa unas jornadas de promoción turística y en el claustro barroco-toscano del vetusto convento de San José, una exposición de los distintos elementos que se emplean en las fiestas populares a lo largo del año, como las patronales caracterizadas por las comparsas de Moros y Cristianos, los Bailes del Niño, Semana Festera y otros.
Por ejemplo, el cañón se emplea en las fiestas en honor de la Virgen de Gracia y es muy frecuente verle soltar estampidos alternando con los que lanzan los trabucos, por las calles de la Villa y la bocina adquiere su protagonismo abriendo paso a las procesiones que se celebran con motivo de la Semana Santa. Y dentro de la sala se guardaron vestimentas y elementos del ato de las distintas comparsas.
Hubo sí en el fin de semana una atractiva exposición en el claustro barroco toscano del convento de San José y yo llegué como suele decirse al "humo de las velas" y ni siquiera eso porque ya lo tenían todo recogido en una de las salas del claustro bajo, salvo el cañón y la bocina, que permanecían en uno de los pasillos del mencionado claustro.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
16.4.2024. Martes. (C. 1.867)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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