martes, 11 de junio de 2024

Por fin llovió

ESTAMPA CAUDETANA. 

POR FIN LLOVIÓ. 

Ya me lo había dicho el P Ángel por la mañana. El padre Ángel goza de una sabiduría alcanzada por la observación a lo largo de sus muchos años y esa sabiduría le ha dotado perfectamente para por lo menos emular a los chicos del tiempo a esos chicos que nos hablan de él a través de la pantalla de la televisión. El padre Ángel no tiene más que mirar al cielo y según lo ve ya puede afirmar sin equivocarse mucho que es lo que va a acontecer tiempo después. Como acabo de decirte ayer por la mañana me aseveró que: 

-"Pronto llueve"

- "Con este sol tan despampanante y este calor que nos está mandando, me estás diciendo que va a llover pronto", le contesté yo.

Y sentenció tajantemente: 

-"Esta tarde, mediada la tarde, llueve".

Yo seguí con mi tarea de trasplantar unas esponjas vegetales que me ha regalado madam María Ackinson y preparando el "caldo" con el que regalo a mis plantas del corralón cada domingo.  Mientras, él fue a proveerse de un instrumento que ha realizado según idea que se le ha ocurrido a su magín con el fin de quitar del corral "las medallas" que va soltando, por un lado y otro del corralón, el perro que le regalaron a uno de los frailes del convento. "Medallas" que amontona en un rincón, a la espera de que Paco, el Molinero, se la lleve porque, dice, que al tiempo que abonan las olivas, impide a los conejos hacer de las suyas en el labrantío.

¡Qué cosas! Es la primera vez que escucho que los excrementos de perros sean repelentes para los voraces dientes de esos animales de pelo que tantas faenas hacen a los labradores.

Y, ¡ocurrió! El reloj nos indicaba las cinco de la tarde y el cielo se entenebreció grandemente y no tardaron en llegar, hasta nosotros, los truenos producidos por los choques de las nubes cargadas de electricidad y también de agua.

Y como acontece en cualquiera de los fuertes choques entre elementos aconteció ayer por la tarde sobre el predio de la Real Villa caudetana, las nubes al chocar entre sí abrieron de par en par sus aljibes y dejaron caer, en pocos minutos, un turbión de agua con algún que otro granizo que al chocar contra el techo de chapa del garaje del convento sonaba como si de un tiro se tratara. Menos mal que las fábricas de cubitos de hielo por allí arriba, no estaban en producción y no apedrearon tejados, ventanales y campos. Solo fue agua , 30 litros, me dice Paco, el Molinero, que cayó por la zona donde él tiene su molino.

Pero en la villa no le anduvimos a la zaga ya que en muy poco tiempo se pusieron de acuerdo a las aguas que estaban dejando caer las nubes sobre la población y bajaron cuesta abajo de acera acera como puedes ver en el vídeo que te adjunto.

Y, yo, previendo la inundación del garaje, como aconteciera en otras ocasiones, eché a correr escaleras abajo y levanté la rejilla del sumidero, de modo y manera que las hojicas, pocas porque el Padre Ángel y yo mismos, hemos estado limpiando el corralón, no lo obstruyeran y saltando el agua por encima del mismo hicieran de las suyas dentro del garaje.

Lo malo que tienen estas lluvias torrenciales tan fuertes es que mucha agua se pierde torrenteras abajo. Pero no estuvo mal el chaparrón porque vino a humedecer un tanto los campos de labranza y a limpiar las calles de la villa, si bien, es verdad, que como apuntaba  la gente, al ser tanta y en tan poco tiempo, los conductos de desague no daban  abasto a encauzarla y salía por tarjetas y rejillas llevando consigo gran cantidad de estiércol, lo que producía un olor bastante desagradable en algunos lugares de la Villa, según me dijeron. Pero todo sea para bien como afirma aquel dicho popular que conocemos con el nombre de refrán:

"No hay mal que para bien no venga".

¡BENDITA AGUA!

Recibe mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

11.6.2024. Martes. (C. 1.919)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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