ESTAMPA CAUDETANA.
ROSAS Y GERBERAS.
En la mañana de ayer, (11,30 horas), despedimos los despojos mortales de Lucía, vecina que fuera del Barrio, al otro lado de la antigua carretera de Madrid a Valencia, el de San Francisco.
Por las ventanas de su casa veía ella, mientras vivió con nosotros, la magna obra que mandara cinstruír y que sufragó de su propio bolsillo, Don Paco Albalat Navajas, y que llevó a cabo el excelente aparejador Juan Arellano, las Arenas de Caudete.
No la despedimos en la parroquia de San Francisco a la que perteneció en vida, sino en la de Santa Catalina. Las razones no las sé y tampoco me interesé por ellas. Lo principal era orar al Dios Bueno y Padre por su hija. Y eso se puede hacer en cualquier sitio y lugar
Me tocó a mí presidir la liturgia eucarística del funeral de corpora insepulto.
Al acercarme a la parroquia de Santa Catalina, inexcusablemente, me es necesario pasar por la arcada de la Lonja y allí donde otrora tuvieran lugar las contrataciones de los peones para los quehaceres del campo o de la ganadería, estaba Ella, es decir siempre está allí desde el año 50 del siglo pasado.
Ella, la Madre del Señor en su advocación de Madre de los Desamparados nos mira desde la preciosidad del manís que allí pegaron los emigrantes caudetanos afincados en Valencia.
Estaba guapa de verdad. A sus pies un florero cuajadico él de rosas del color de la sangre que vierte el toro por las heridas producidas en su piel por banderillas, rejones, espadas y puntillas, en ese dejar su vida en una fiera y noble lucha, con un bípedo torero. Gerberas, bien hermosas conectaban con el color del manto de la Madre de Dios de los Desamparados y, por entremedias de todas ellas unas siempre vivas de color blanco impoluto como blanco e impoluto es el color del alma de la Madre de Dios.
Mientras desgranaba una oración eché mano del telefonillo y con la cámara incursa en él, la saqué una foto a Ella, guapa, guapa, mientras me miraba desde lo alto del maís.
En lo que duró la sesión fotográfica, yo la estaba diciendo:
"Mira por Lucía. Me acerco a la parroquia para despedir sus restos mortales con el funeral de corpore insepulto. acompáñala al encuentro con Dios, nuestro Padre".
Allí en la lonja se quedó ella mirando y atendiendo las gentes de la villa, sus hijos, que al pasar por delante, volvían su cara o se detenían un ratito como fue mi caso para saludarla y pedirle que nos eche una mano en ese ir caminando al encuentro con Dios en el que nos ha precedido nuestra hermana y vecina, Lucía.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
29.10.2024. Martes. C. 2046)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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